Una nueva visión de la UASD

Una nueva visión de la UASD

Jesus de la Rosa.

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Las universidades y demás instituciones de educación superior no existen en un vacío social, ni en un mundo de abstracciones. El ambiente que las rodea está lleno de fuerzas dinámicas que influyen directa o indirectamente sobre las tareas y operaciones de las mismas y, en último extremo, determina su importancia, alcance y viabilidad.
Durante las últimas décadas, el entorno socio-económico y político de la Pontificia, Real y Autónoma Universidad de Santo Domingo (así es como debe llamársele) ha experimentado cambios extraordinarios de los tipos más diversos, estando todavía a la espera de que se produzcan otros. Por tanto, debemos tratar de elevar al máximo la aportación de la Universidad Primada de América al progreso de nuestra nación, enfrentándonos al desafío de responder con nuestras acciones a los cambios que han venido ocurriendo aquí y en muchas otras partes de la América española. Varios factores han contribuido a que la ciencia y la tecnología hayan alcanzado un lugar destacado en casi todos los países tanto del mundo industrializado, como en aquellos en vías de desarrollo. Entre éstos, cabe mencionarse los acelerados cambios en la economía internacional; la acumulación de conocimientos y la asombrosa disponibilidad de tecnologías y de procesos tecnológicos; los avances que se registran en materia de comunicación; la amplia aplicación de nociones de eficiencia y empleada en enfrentar las innumerables necesidades de orden económico y social; y, entre otros, el que más nos preocupa a todos: la desaparición progresiva del potencial de recursos naturales sobre el cual se forjó la sociedad moderna. Todos ellos plantean a las comunidades retos de trascendencia en la búsqueda de elementos que permitan llegar a una dinámica concertación entre los distintos sectores de la sociedad y consensos globales sobre el futuro que guiará el desarrollo de la ciencia y la tecnología.
La misión que la Real y Pontificia Universidad Autónoma de Santo Domingo tiene hoy es mucho más compleja y variada que la que la sociedad dominicana le encomendaba en épocas pasadas. La UASD debe continuar enseñando y llevando a cabo investigaciones, tanto del máximo nivel y de aplicación no inmediata como de aplicación más próxima. También, ha de mostrarse siempre dispuesta a colaborar en la formación continuada de profesionales egresados de sus aulas. Precisamente de esa compleja red de tareas surge el interés de la sociedad por todo lo relacionado con la calidad de los servicios que ofrecen las instituciones de educación superior. Como bien lo expresara F. Van Vught: “La expansión de los sistemas de enseñanza superior y el aumento en los costos de éstos sistemas tienen que ser cada vez más legitimados por beneficios claramente identificados por la sociedad. Las universidades tienen que hacer frente cada vez más a la necesidad de mostrar a la sociedad su pertinencia, calidad y responsabilidad. Al mismo tiempo, la creciente internalización de la enseñanza superior destaca la importancia que tiene la creación de un sistema de evaluación de la calidad que pueda ofrecer la información necesaria en un contexto comparativo internacional”.
Urge ampliar y consolidar los espacios universitarios de formación, investigación y circulación del conocimiento; también, el encontrar articulaciones pertinentes entre tales procesos y la vida económica del país. Precisamente, en esto se centra el debate actual sobre la contribución que las universidades y demás instituciones de educación superior puedan hace en beneficio a la modernidad plasmada en un proyecto de sociedad comprometida con un desarrollo humano sustentable.

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