Una oportunidad dorada para lograr reformas

Una oportunidad dorada para lograr reformas

Comentario Editorial
Llegaron los días felices. O, como lo dice el Fondo Monetario Internacional en términos más sobrios, en su reciente Panorama Económico Mundial, “sin tomar en cuenta los precios del petróleo y los desastres naturales, el crecimiento global ha continuado superando las expectativas, ayudadas por condiciones benignas en los mercados financieros y políticas macroeconómicas acomodaticias”. La fuerza de la economía mundial es impresionante, y un tanto sorprendente. Lo más importante, sin embargo, es una oportunidad para hacer las reformas necesarias para garantizar el dinamismo en las décadas que vienen. Si no es ahora, ¿cuándo? 

El FMI pronostica un crecimiento global este año de 4.9%. El crecimiento también se pronostica que sea fuerte en todo el mundo. Se espera que será de 3.4% en EEUU, 2.8% en Japón, 2.5% en el Reino Unido y 2% en la eurozona. También se pronostica de 9.5% en China, 7.3% en la India, 6% en Rusia, 5.8% en el África Sub-sahariana y 5.2% en Europa central y oriental. Hasta se pronostica que en América Latina logre 4.3%.

Sin embargo, el FMI destaca los riesgos. La expansión global continúa dependiendo del déficit de la cuenta corriente de EEUU que se pronostica alcance 6.5% del producto interno bruto este año. Nuevos saltos en los precios del petróleo, son concebibles. También las caídas en los precios inmobiliarios en algunos mercados. Y son también evidentes los riesgos de enfermedades, guerra o terrorismo.

En el lado más positivo, sin embargo, está la posibilidad de que las compañías llenas de efectivo empiecen a invertir. Si esto ocurre, los gobiernos podrán reducir sus déficits fiscales excesivos. Es asombroso -y perturbador- que el déficit fiscal agregado ajustado al ciclo de las economías de altos ingresos se pronostique en 3.6%  del PIB este año, incluyendo 4% en EEUU. Después de años de fuertes expansión en EEUU, su pobre posición fiscal es irresponsable.

El mundo le debe la expansión de hoy a las decisiones que se tomaron en las décadas de 1980 y 1990. Esto nos dio la estabilidad monetaria y el comercio abierto que estamos disfrutando. Cuando la economía global se acerca a su cuarto año consecutivo de un crecimiento de más de 4%, los gestores de la política disfrutan una oportunidad espléndida para asumir los desafíos no resueltos de hoy.

Las débiles posiciones fiscales subyacentes es uno de estos. Otro es el proteccionismo: es una prioridad enorme completar la ronda actual de negociaciones de comercio multilateral. Sin embargo, otra es destetar a los países en desarrollo de su temor al déficit de cuenta corriente. Los flujos agregados netos de capital privado hacia estas economías de mercados emergentes se pronostican en unos US$179 millardos en 2006. El resultado es reciclaje en una escala gigantesca, con pronósticos sobre las reservas en divisas de los mercados emergentes en ascenso otros US$584 millardos este año. Esto es sencillamente absurdo.

Parte del remedio es un FMI que ofrece un mecanismo creíble para acumular reservas. Las discusiones en las reuniones de los ministros de Finanzas del grupo de los siete países de altos ingresos tienen que incluir, por tanto, la reforma del financiamiento. La reforma del FMI tiene que ser también el enfoque principal de las reuniones de primavera en Washington. EEUU tiene que acoger una firme supervisión. Los europeos deben estar de acuerdo con una reducción grande en su representación desmesurada. Las economías de mercados emergentes sistemáticamente importantes tienen que aceptar que sus políticas sobre las tasas de cambio, reservas y demanda interna ahora tienen importancia global. 

La buena economía mundial de hoy ofrece una oportunidad para sentar los fundamentos de una todavía mejor mañana. El mundo necesita reformas sensatas en casa y una cooperación eficaz en el exterior. Si se desperdicia esta oportunidad, la historia sabrá a quién culpa.

 VERSION: IVAN PEREZ CARRION

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