Una oportunidad para la izquierda dominicana

Una oportunidad para la izquierda dominicana

MARTHA PÉREZ
La izquierda dominicana, como un sujeto global, tiene construida una trayectoria que ocupa un espacio  en la historia política del país, con aportes importantes en el proceso democrático dominicano y con alguna presencia en escenarios   internacionales. 

Esa presencia  internacional marca hitos en países como Cuba, Nicaragua, Venezuela, Bolivia, Colombia, Vietnam, la República Popular China, la entonces URSS, entre otros. Y  están marcados con nombres propios, tanto de partidos y movimientos, como de personas de nuestra izquierda a lo largo de su historia.

 Unión Patriótica Revolucionaria, PSP, 1J4, MPD, Línea Roja, PCD,  Bloque Socialista, PTD,   y sus “descendientes” por divisiones o fusiones, entre otras  razones, así como las  expresiones de unidad amplia, como Izquierda Unida, Frente de Izquierda Dominicano, Unidad Socialista, Unión Revolucionaria Caamañista,  son de aquellos nombres que guarda la memoria histórica de la izquierda dominicana.

De sus principales dirigentes tradicionales y caras públicas, unos ya no están físicamente,  unos más están ahí, como verdaderas reliquias, ejemplos de esa historia, otros se han mantenido con una considerable vigencia, otros más se han auto arrinconado y aveces hasta sacado del contexto, y otros se mantienen con cierta presencia coyuntural. Y  no faltan los que se han ido a la derecha de la derecha, a la vez que procuran justificarse en la izquierda.

En la actualidad, en  República Dominicana tenemos un gran abanico de partidos y movimientos políticos y sociales de izquierda democrática y revolucionaria, en cuyas periferias hay una diversidad de figuras no militantes, pero con una reconocida   trayectoria.  En las coyunturas electorales de los últimos diez años estos partidos y movimientos han estado en diferentes posiciones, sin que se consolide una expresión de izquierda ni en las esferas de poder ni en la oposición como tal. De modo que nuestra izquierda, ante el ojo crítico de la opinión pública,  aparenta débil y dispersa, aún cuando tenemos organizaciones  que han sabido mantener su espacio e incidencia de manera sistemática.  ¿Qué pasa entonces, a la hora de hablar de la izquierda de R.D.? ¿Por qué dar pie a que se le descalifique?   ¿Quién es de izquierda y quién no? ¿Qué significa ser de izquierda hoy?

Tal vez sea necesario encontrar respuestas conjuntas a estas y otras cuestionantes que surgen en estos tiempos desde  y hacia nuestros partidos y movimientos de la izquierda democrática y revolucionaria en nuestro país. Se cree, y resulta increíble, que un modo de ser, un discurso y ciertas posiciones enmarcadas en torno a temas de formas y de la vieja dogmática deben caracterizar a un/a izquierdista. A la luz de los cambios que se han producido en el mundo de hoy, hay un reordenamiento político ideológico que obliga a hacer un alto y reflexionar.  Hay que cambiar la imagen de nuestra izquierda, hacer entender que la izquierda no tiene que ir siempre por un camino “de fusiles y morteros”.  Eso pueden creer los  que se niegan a asumir las  ideologías con  visión moderna o,  a ver los signos de los nuevos tiempos encuadrados en la visión ideológica  que sustente  su militancia política partidaria, sin ir más allá adonde conduce aceleradamente la dinámica actual.

La izquierda dominicana, a partir de sus experiencias de  unidad amplia y la evaluación autocrítica de ese proceso;  de las simpatías y adherencias, indistintamente,  a los tres partidos más desarrollados o posiciones neutrales en las coyunturas electorales de la última década,   a partir del surgimiento de nuevos espacios sociales con influencia de  izquierda; incluso del surgimiento,  por división,   de algunos  partidos o movimientos en procura de una visión nueva,  se está colocando en una posición favorable, potencialmente capitalizable en perspectiva de mediano y largo plazo. Esto significa que la debilidad que le otorga la realidad en el presente momento puede convertirse en la fortaleza  del porvenir; de forma tal, que frente al acontecer  progresivo en Latinoamérica, en muchos de cuyos países la izquierda  está  participando de espacios políticos y sociales de poder, se convierta de un simple espectador en  actor y tomador de decisiones. Es un gran desafío, sin dudas. Convertir esa debilidad en  fortaleza  sólo es posible decidiendo sustituir la fragmentación por la integración y la unidad, buscando y logrando oportunidades de participación en los temas de  la agenda nacional haciéndolos parte de su actividad política en todos los ámbitos. Por una izquierda fuerte, exitosa, vigente y siempre presente.  

Vista esta panorámica de  nuestra izquierda de manera global, aunque con excepciones en lo particular,  es saludable reconocer que el “Encuentro Internacional de la Izquierda y los Movimientos Progresistas en  América Latina”, convocado por el presidente Leonel Fernández para realizarse del 23 al 25 de noviembre próximo, es una oportunidad para la izquierda dominicana. ¿por qué?  lo diré en una próxima entrega.

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