Las premisas en que basa sus ejecutorias la actual jefatura de la Policía Nacional parecen crear las condiciones necesarias para introducir las reformas que esa institución necesita y que la sociedad aspira. El énfasis en la formación académica y especialización de la oficialidad, la supresión de malas prácticas y basar en la inteligencia más que en la represión y la fuerza la lucha contra la delincuencia, son parámetros que podrían definir la transición hacia la modernización de una institución que todavía conserva los pecados de su origen militarista y represivo. La promesa de respeto de los derechos ciudadanos emite una señal promisoria.
A grandes rasgos, el jefe de la Policía, mayor general Manuel Castro Castillo, expuso la filosofía que aplicará en el ejercicio de sus funciones. Él y un grupo de oficiales de la plana mayor policial participaron como invitados al almuerzo semanal del Grupo de Comunicaciones Corripio. Su visión acerca de las causas de la delincuencia y el vínculo con el auge de las drogas, y el énfasis de su jefatura por un mayor acercamiento de la Policía hacia los ciudadanos, perfilan cambios prometedores en el enfoque de la lucha contra el delito a partir de sus causas sociales y económicas. Su convicción de que el uso de la fuerza desnuda grandes debilidades internas de la institución nos llevan a esperar que trillaremos caminos más objetivos en materia de investigación. Esperemos resultados.
MODERACIÓN Y SENSATEZ
Las diferencias internas que han colocado en estado crítico al Partido Revolucionario Dominicano no deberían ir a parar a las calles como materia de protesta popular. Hacerlo sería echar leña sobre el fuego de la insensatez de la división que ha puesto en vilo la estabilidad de esta organización, a la que tanto le debe nuestra democracia. Sería exponerse a que terceras partes pesquen en mar revuelto, en perjuicio, tal vez, de ciudadanos que no tienen causa en esas diferencias.
Todavía hay cauces jurídicos por donde canalizar actos de oposición a decisiones judiciales que favorecen a una facción y les son adversas a otra. Hay que evitar que la reunión que programa una de las facciones, eventualmente se convierta en campo de batalla. Hay recursos más convenientes y aconsejables que irse a las calles. Aún en medio de la tormenta que sacude al PRD hay recursos viables para buscar armonía.