Una oposición serpenteante e impolítica

Una oposición serpenteante e impolítica

En las últimas semanas han surgido denuncias de diversos actos de corrupción política, que en cualquier país medianamente “normal” hubiesen provocado un golpe mortal al grupo o partido político en el poder. Pero aquí no pasa nada, porque los niveles de ineficacia y serpenteo de todo el espectro de la oposición política llegan a tal punto que muchos afirman que en realidad ésta no existe. Sin embargo, sí, existe, sólo que es generalmente impolítica e inconsecuente.

Esos actos de corrupción se suceden sin importar cuán escandalosos y bochornosos sean y los diversos sectores que configuran lo que podría llamarse oposición, a lo más que llegan es a hacer cada uno sus rituales declaraciones condenatorias. Al hacerlo puntual y cuidadosamente separados, dejan pasar la oportunidad de hacer política real, organizando manifestaciones de protestas de población tanto en las calles como en espacios cerrados, para de ese modo tratar de desbloquear el estado de inmovilismo, indiferencia y hasta de cinismo político en que está sumergida esta sociedad.

La actitud de esa oposición, ante los casos de las imputaciones del narcotraficante Quirino Paulino contra el ex presidente del país, Leonel Fernández, y presidente del partido de gobierno, y el vehemente discurso en estrado del Procurador General de la República reclamando justicia durante el proceso contra el Secretario General de ese mismo partido, acusado de varios actos de corrupción y lavado de activos, ilustran el grado de ineficacia arriba aludido, con consecuencias que podrían ser lamentables.

En efecto, Quirino hizo sus imputaciones desde territorio norteamericano y recientemente llegó al país en medio de las más altas expectaciones, sin embargo es justo a esa llegada y sin que hasta el momento se haya dicho por qué, cuando su caso e imputaciones casi desaparecen de los medios de comunicación en sus diversas modalidades. En tal sentido, podría decirse que si esa circunstancia se ha producido ha sido, esencialmente, porque por separado y siguiendo su suicida ritual, la oposición simplemente se limitó a hacer sus puntuales declaraciones.

En la coyuntura producida por ese caso, no ha sido capaz de unitariamente mantener una sostenida exigencia, en diversos escenarios, para que este sea debidamente aclarado, como tampoco lo ha hecho en el caso del proceso judicial contra el senador y secretario de organización del PLD, Félix Bautista.

En ambos casos, sobre todo en el de Quirino, se lo dejaron a una prensa interesada en que se mantenga el silencio y a otra que está cansada de ser ella la oposición, cosa que no puede hacer por razones diversas y porque otro debe ser su rol. En una crucial coyuntura política, como la presente, la oposición ha dejado que los sectores ultranacionalistas impongan su único punto de agenda: el envenenamiento de las relaciones dominico-haitianas y como elemento de distracción en torno a los casos citados. Pero dejaron que eso sucediera, no sólo por ineficacia y por estar inmersos en sus urgencias de candidaturas, sino por algo no menos grave, porque sobre ese tema algunos sectores opositores tienen posiciones ambiguas, serpenteantes.

Se entiende que deban resolver sus urgencias, pero si no aprovechan determinadas coyunturas difícilmente superaran un poder centralizador, corrupto y de vocación continuista.

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