Una pareja de pingüinos gays, padres “ejemplares” en el zoo de San Francisco

Una pareja de pingüinos gays, padres “ejemplares” en el zoo de San Francisco

Rio y Eduardo son una pareja de pingüinos del mismo sexo, ambos varones que habitan en el Zoo de San Francisco, California, donde han criado hasta tres polluelos juntos y se han erigido en padres “ejemplares” dentro de la comunidad, explicó a Efe su cuidadora, Eva Solano.

En la isla de estas aves del parque californiano habitan varias decenas de pingüinos de Magallanes una especie casi amenazada que anida en la Patagonia y no es raro, según han podido comprobar los responsables del zoo a lo largo de los años, que se formen parejas del mismo sexo.

«(La homosexualidad) es algo natural. Forma parte de quienes son. No es algo que hagan porque estén en el zoo- aquí tienen a muchos pingüinos entre los que elegir y se han elegido el uno al otro”, dijo a Efe Solano, quien apuntó que también han tenido parejas gais o lesbianas de flamencos, cisnes, ranas, lagartos y monos.

Lo que hace de Rio y Eduardo una pareja destacada por encima de las demás no es su orientación sexual, sino sus excepcionales capacidades paternales, que hacen de ellos, en palabras de la cuidadora, unos padres “fantásticos e increíbles”, incluso mejores que las parejas formadas por miembros de distinto sexo.

Estos pingüinos, que llevan cinco años “saliendo juntos”, han criado tres polluelos desde 2016, cuando los trabajadores del zoológico les dieron el primer huevo para que lo incubasen y lo mantuvieron sano y caliente hasta que el pequeño salió del cascarón.

El primer hijo adoptivo de la pareja fue enviado a un zoo de Nueva York, ya que el parque californiano participa en un programa de gestión de la población de estas aves casi amenazadas, decenas de miles de las cuales mueren cada año a causa de la presencia de petróleo y carburantes en el océano.

La buena experiencia con ese primer huevo animó a los responsables del zoo asignarles otro al año siguiente, y esta vez Rio y Eduardo sí pudieron “quedarse” con el polluelo que nació de él. “Les dimos el huevo, lo incubaron, el polluelo nació y ellos lo adoptaron. Yo no tuve que intervenir en absoluto. A muchos de los pájaros que tenemos aquí, los vigilo muy de cerca y cuando el polluelo o los padres necesitan ayuda, se la proporciono. Ellos no necesitaron ninguna ayuda”, indicó Solano.

Igual que en el caso de las parejas de distinto sexo de pingüinos de Magallanes, Rio y Eduardo se reparten las tareas de incubación y cuidado de los huevos y las crías, aunque también como en el caso de las parejas de distinto sexo, este reparto no siempre es del todo equitativo.