Una paz solo hacia afuera

Una paz solo hacia afuera

Del 23 al 25 de julio el presidente Leonel Fernández presidió el Foro por la paz organizado por FUNGLODE en Cap-Cana con la participación de diversas delegaciones internacionales, y allí habló de la necesidad de crear un frente latinoamericano por la paz en el medio oriente.

En los días del foro la Policía Nacional mantuvo secuestrado a un grupo de jóvenes y adultos que protestaban contra los abusos y muertes a manos de la Policía, se les impidió marchar hacia el Palacio de la Policía y fueron golpeados con macanazos al sentarse en las escalinatas del Teatro Nacional.

El Presidente está muy preocupado por ser mediador en los conflictos externos entre países como Honduras, Cuba, Colombia-Venezuela y ahora Medio Oriente.

Estas intenciones pacifistas le otorgan una aparente imagen externa de hombre de paz totalmente contradictoria con su gestión gubernamental llena de violencia, torturas y abusos policiales. Todo ello denunciado por organismos de derechos humanos, internacionales y por el último informe del Departamento de Estado de los Estados Unidos.

Durante estos seis años de gestión ha mantenido a Rafael Guzmán Fermín como Jefe de la Policía a sabiendas de que ya era cuestionado y objetado por las organizaciones sociales de San Francisco de Macorís, apodado como “el cirujano” por sus continuas acciones contra dirigentes comunitarios, dejando muchos  inválidos, otros muertos. A ello se le suman más de 1,800 muertes-ajusticiamientos que promedian uno por día.

Un gobernante que tenga interés por la paz debiera tener jefaturas policiales con visión pacifista y negociadoras de conflictos desde el uso de herramientas democráticas. Sus conocimientos de mediación de conflictos deberían transferirse hacia los organismos de seguridad que tiene bajo su responsabilidad como jefe de Estado.

Esta gran capacidad de escucha, diálogo y mediación deberían expresarse en sus relaciones con la población y sus demandas. Se ha negado a recibir a pobladores y gremios que exigen sus derechos, visitándolo en peregrinaciones desde Moca, Higüey, Cotuí y San José de Ocoa. Se mantiene indiferente ante las denuncias de corrupción en su gobierno hechas desde reportajes de Nuria Piera, Alicia Ortega, instituciones como Participación Ciudadana y otros.

El presidente Fernández debería preocuparse más por los problemas de violencia existentes en nuestro país, su discurso de paz hacia el exterior resulta incoherente y contradictorio. Su actuación se asemeja al hombre agresor que mata su esposa y pertenece a un comité en defensa del derecho a la vida o a favor de la paz. 

¿Qué valores está enseñando su gobierno a la población joven y adulta con este divorcio entre discurso y  práctica? ¿Una mano pacificadora hacia el exterior y otra violenta hacia la población?

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