Una película, un estudio, una tragedia

Una película, un estudio, una tragedia

Se exhibe todavía en los cines de República Dominicana la película «The day after tomorrow», la cual, independientemente de la que pudiera ser su valoración estrictamente cinematográfica, tiene la gran utilidad de comunicar al público las preocupaciones reales que sobre el impacto futuro en el clima y la vida tendrán las agresiones del presente contra el medio ambiente mundial.

La película advierte, a la manera entretenida de Hollywood, sobre las consecuencias del calentamiento global, el cual, según la Organización Meteorológica Mundial, alcanzó el año pasado su nivel más alto desde que comenzaron a llevarse estadísticas globales al respecto. En las palabras de su director y productor Roland Emmerich, la película «es una historia admonitoria sobre lo que puede pasar si seguimos provocando a la Madre Naturaleza».

Por su parte, un estudio de la Universidad de Naciones Unidas, dado a conocer en Alemania el 15 de junio recién pasado, señala que los miles de víctimas trágicas de inundaciones en Haití y República Dominicana en semanas recientes subrayan la vulnerabilidad extrema de países en vía de desarrollo. El estudio atribuye la inminente amenaza de inundaciones devastadoras para los próximos años, especialmente en los países pobres, a prácticas perniciosas e insostenibles como la continua deforestación en regiones montañosas, la degradación de tierra, la degradación del ambiente social, el desplazamiento demográfico y el crecimiento desmedido de la población en tierras propensas a anegarse.

Ya dominicanos y haitianos sufrimos una primera advertencia: la tragedia en Jimaní y otras poblaciones fronterizas de Haití, que atravesaron hace poco por una de las más tristes experiencias que ambos países han conocido en relación con fenómenos naturales. Según el periódico El Nacional del 7 de junio de 2004, la posibilidad de una inundación en Jimaní Malpasse había sido advertida un quinquenio atrás por el Departamento de Desarrollo Regional de la OEA, el cual se fundamentó en el establecimiento de la ciudad de Jimaní sobre «el canal de proyección asociado a las avalanchas del río Blanco». En la zona, que es una de las más cálidas de la isla además, concurrieron, como parte de las causas de la catástrofe, el desvío del cauce del río Blanco años atrás por la acción del hombre, la multiplicación considerable de la población al margen de su pobreza y la grave deforestación, que es algo que se detecta a simple vista.

La legislación mundial de las últimas décadas muestra una tendencia a los compromisos de conservar, restaurar y proteger el medio ambiente y, a la vez, a controlar las actividades de los particulares relativas al uso de los recursos ambientales. El índice anotado de los tratados elaborado por la doctora Rosa Campillo cita 18 tratados internacionales debidamente ratificados por nuestro país en materia de medio ambiente. Los mismos se refieren, fundamentalmente, a la protección de flora, fauna, bellezas naturales, especies amenazadas, aguas del mar, capa de ozono, y otros importantes tópicos. En el campo de la ley adjetiva contamos, además, con la Ley General Sobre Medio Ambiente y Recursos Naturales, No. 64 del año 2000 que, entre otras disposiciones, establece los delitos que se pueden cometer contra al medio ambiente; el Código Penal y la Ley No. 120 99, que disponen sobre desperdicios y desechos sólidos; y la Ley de Policía No. 4984 de 1911 y la Ley General de Salud, No. 42 01, que castigan la contaminación del agua. Esta última también contempla en su articulado disposiciones relativas a la contaminación sónica y atmosférica, al manejo de sustancias y productos peligrosos, y también sobre manejo de desechos sólidos y contaminación del agua.

Se puede concluir admitiendo que los hechos del hombre, al perjudicar la naturaleza, empiezan a perjudicarle a sí mismo. Avisos han sido hechos. Pronósticos y advertencias se siguen difundiendo. Tragedias siguen sucediendo. Leyes y convenios se siguen elaborando y ratificando. Pero falta lo más importante: un cambio en la estructura mental de los cabecillas, líderes y guías del mundo y de nuestro país; la voluntad de las autoridades de prestar atención, de comprometerse, de actuar, de anticipar, de prever, de respetar y aplicar los acuerdos, y de sancionar conforme a la ley. Muchos ciudadanos estamos preocupados. Queremos la acción y el empeño de los poderes que hemos elegido. Algunos de nosotros estaremos prestos a exigirlo.

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