Una peligro para la democracia

Una peligro para la democracia

El ejercicio político tiene en este país costos cada vez más altos, y en la misma proporción aumentan los peligros para la democracia.

En una evaluación del estado actual del ejercicio político, el doctor Roberto Rosario Márquez, presidente de la Junta Central Electoral, ha juzgado esos costos como irresistibles  para la sociedad. Los riesgos para la democracia anidan nada menos que en los propios partidos políticos, que han tenido posiciones ambivalentes cuando se trata de ponerle normas a su ejercicio.

Canalizar una aspiración en un escrutinio interno de partido tiene alto costo económico para el aspirante. Esta circunstancia puede poner en una indeseable competencia al liderazgo auténtico y el poder  económico, y atraer al seno de los partidos capitales no necesariamente puros. Es un esquema que niega la esencia de la democracia interna de los partidos, que es un elemento esencial de la democracia general y la institucionalidad del país.

Los partidos políticos saben que ponen en riesgo sus respectivas  democracias internas y que esto tiene  efectos inevitables sobre la democracia de la nación. Juegan a la ambivalencia cuando dicen favorecer una ley que regule sus actuaciones, pero son los primeros en frustrar toda intención de crear las reglas. Los costos para la sociedad son cada vez más altos. Sin irresistibles.

Una relación de causa y efecto

Una parte de los costos irresistibles para la sociedad, y que son  consecuencia del estilo de ejercicio de los partidos políticos, es la carga económica por concepto de cobertura de  gastos de  los organismos del Estado, que tienen como  común denominador los altos sueldos de funcionarios y las nóminas sobrecargadas de personal. Cada partido que llega al poder, transfiere a las cuentas del Estado una alta proporción de los compromisos fruto del laborantismo de campaña.

El senador por Santiago, Julio César Valentín, ha hecho comparaciones interesantes entre los ingresos de funcionarios de otros países y los de  sus homólogos dominicanos y ha señalado que tenemos en esa materia “muchas desproporciones”. Sería muy útil que su convicción al respecto  contagiara a otros agentes políticos, no solo del oficialista  partido a que él pertenece, sino también del lado opositor con aspiraciones de libar las mieles del poder.

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