Una pena terrible

<p>Una pena terrible</p>

POR  MIGUEL D. MENA
Hacía tiempo que no sentía esas aguas negras de la insularidad. Peor aún: estoy en un café en Broadway, esperando que abran una librería. Veo a los futuros rabinos, a los estudiantes de Derecho en Columbia, a la gente que recoge la basura, pienso en filmes que hará Woody Allen y a todo aquello a lo que te empuja N.Y.

La Isla se te atrabanca, sin embargo: Quitaron a Carlos Fco. Elías de la Cinemateca. Una cosa es la pesona CFElías y otra cosa es el haber hecho un trabajo encomiable en esos predios. Otra cosa es la persona, los papeleos, la burocracia, los desórdenes que se arman y a Dios que reparta suerte. Veo las cosas como el espectador que siempre busca su asiento y que encuentra en la pantalla lo mejor de la senbilidad y la imaginación cinematográfica. No sé qué pasará en el país de Alicia. ¿Butacas contra escritorios? Con CFElías he tenido cada seis años cantidad de problemas, etc., pero todos se han diluido y al final siempre hay frescuras de ideas y deseos de que las cosas salgan bien. Los amigos no tienen que ser parte de ningún monasterio. Sería muy aburrido un mundo con sólo monjes. CFElías ha hecho un trabajo excelente y todos los espectadores se lo agradecemos. Yo podría decir un chin más: El Eliah ha dejado la piel en ese trabajo, armando programas, hablando con medio mundo, relanzándonos… Me da una pena terrible lo que ha pasado. Ni siquiera puedo dar consejos. Nadie los necesita y los que podría dar serían tan aburridos como una hormiga en un escritorio del malecón. Los dejo. Veré si en algún Barnes & Nobles no sigo pensando en esto que te dificulta la visión de la Isla… Perdonen el agobio. Hubiese querido hablarles de Coney Island pero todavía no he ido a Coney Island. Tal vez ni vaya. Es más: no sé adónde ir. Tal vez alguno de ustedes me dé alguna pista…

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