Una pequeña gran exposición de historia y arte

Una pequeña gran exposición de historia y arte

El Banco Central es un pilar de la promoción del arte y la cultura dominicana, sobre todo desde su Departamento Cultural, que trabaja en estrecha coordinación con la Gobernación y la gerencia del organismo. Aquí, las actividades culturales se convierten en una fuente de inspiración e ideas, de producción, conservación y difusión, así como una forma de relación con la comunidad.

Magnífica colección de obras de arte, buena y cómoda biblioteca, hermosas ediciones y publicaciones, cursos y conferencias, exposiciones temporales, certámenes de economía, arte y literatura, actividades internas y para el público en general, hasta el uso de los espléndidos auditorios, la lista es extensa y ejemplar…

Ahora bien, el Museo Numismático y Filatélico, en la tercera planta del “edificio viejo”, es único entre las instituciones museográficas nacionales, presentando –en el tiempo y el espacio– la epopeya milenaria de los intercambios mercantiles y modalidades de pago hasta la moneda actual, con una museografía y piezas estupendas, siendo en su categoría institucional el más importante para la información y educación de los jóvenes, aunando historia, economía y estética.

Su Sala de Exposiciones temporales propone periódicamente muestras diversas, a la vez concebidas con seriedad y peso intelectual, ponderando la identidad y –hay que decirlo– el orgullo de la nacionalidad.

Así, en este espacio, suele celebrarse una exposición especial para conmemorar la Gesta de la Restauración de la República y, este año, ha sido particularmente atractiva.

“Huellas de la Restauración (1863 – 1865)”. Plural en sus elementos expositivos, es un homenaje a la memoria de la nación dominicana, consagrada definitivamente gracias a la entrega y a menudo el sacrificio de ciudadanos distintos en su condición personal y social, militantes y/o militares activos, unidos por el amor a la patria, la independencia y la libertad.

La muestra, a la vez didáctica, clara y discretamente llamativa, dispone, en paneles y vitrinas, sellos, billetes, monedas, cuadros y una parte gráfica, de mucha relevancia estética. La otra cara de los paneles conlleva datos biográficos de los héroes de la gesta libertadora, los que también se consignan en un fascículo, a la vez simple, conciso y agradable de leer. Cabe señalar que cada texto está ilustrado por un retrato, y que los originales de estos se distribuyen en los paneles, marcando un itinerario que constantemente renueva el interés del visitante.

Los retratos. Tal vez nada sea más difícil de hacer que el retrato de un héroe, en cualquier formato y técnica, para comunicar la fuerza que anima al valiente. Sin embargo, esas diminutas y modestas efigies sorprenden en primer lugar, por la calidad expresiva y el “diseño” de un temperamento. Su autor es Vladimir Velázquez.
Fue la segunda sorpresa, ya que lo conocemos como virtuoso y cultor de un realismo fantástico, una visión onírica, un estilo barroco, en obras generalmente complejas y… ¡fascinantes! Para estas huellas de la restauración, él dibujó sobre papel marrón, a lápiz negro, con realces de blanco, una técnica secular.

Trabajó según documentos, a veces aproximativos, y logró casi 28 “miniaturas”, impecables, depuradas y perfectas para el propósito del evento. Cada uno de los personajes y protagonistas se nota digno, decidido, con una mirada intensa, y el retrato de Gregorio Luperón es imponente.

Desde estos retratos hasta la selección de documentos históricos, se trata de una exposición que se disfruta, y no siempre esta categoría de testimonio resalta tan accesible como aleccionadora. Es evidente que la deben visitar los jóvenes.

Hemos observado que en el Museo Numismático y Filatélico la frecuentación escolar constituye una gran parte del público, y esta pequeña gran exposición, realizada con un cuidado extremo, encantará a niños, adolescentes y por supuesto a sus profesores.

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