Una playa para Manhattan

Una playa para Manhattan

NUEVA YORK (EFE).- Con la llegada del verano, políticos y conservacionistas han revivido la vieja utopía de convertir las contaminadas orillas del río Hudson, al oeste de Manhattan, en una playa de arena y agua cristalina.

El plan, que lleva años bajo discusión, busca dejar en el pasado el irónico estatus de Manhattan de “isla sin playa”, o el de una ciudad rodeada de aguas en las que sólo se ve nadar a peces de cuatro ojos y temerarios ambientalistas.

La limpieza del área, un estrecho frente al río Hudson adyacente al distrito Meatpacking -sede de los mataderos de la Gran Manzana-, afronta obstáculos técnicos y debe cumplir con ciertas regulaciones conservacionistas, por lo que podría tardar años.

Pero, más allá de si sus promotores obtienen la financiación y el ambicioso plan de descontaminación es llevado a cabo con éxito, la gran pregunta es quién será el primero en zambullirse en las turbias aguas del río Hudson.

No sólo aguas residuales y desperdicios de toda índole -desde chapas de refrescos hasta automóviles- van a parar al cauce fluvial, también los cadáveres de aquellos que, presas del agobio, escogen sus corrientes para un duelo con la muerte.

El Hudson es uno de los lugares de Nueva York mas elegidos por los suicidas para acabar con su vida.

Con todo, el grupo ecologista Metropolitan Waterfront Alliance, que durante años ha luchado por devolverle costas limpias a los neoyorquinos, está convencido de que las aguas del Hudson son aptas para sumergirse.

Esto es cierto si se esperan al menos tres días después de cada tormenta, ya que las fuertes lluvias aumentan el flujo de aguas residuales que circulan por los sistemas de drenaje de la ciudad, y que tienen como destino el río.

Teddy Jefferson, fundador de Swim the Apple (Nada la Manzana), una organización sin ánimos de lucro que promueve la limpieza y las zambullidas en las costas de Manhattan, ha hecho esta prueba tan inusual, que de hecho un día fue confundido con un cadáver flotante por la guardia costera que sobrevolaba en helicóptero.

Jefferson, dramaturgo y traductor, ha nadado durante años de forma ilegal en las costas de Manhattan y, según dice en una entrevista con la revista The New Yorker, hasta ahora lo más que ha pescado es un dolor de garganta.

La instalación de una playa en esta zona de Manhattan podría culminar hacia 2012 y es sólo uno de varios proyectos similares que emprende la ciudad, entre otros la transformación de un vertedero de basura en el área de Sunset Park, en Brooklyn, en un parque y malecón.

Pero el plan más ambicioso y publicitado consiste en potenciar el atractivo turístico de Coney Island, un barrio en el condado de Brooklyn famoso por la inauguración de la primera montaña rusa del mundo (1884) y por ser “la cuna del hot dog”.

El proyecto, con un coste de mil millones de dólares, transformaría a Coney Island en un destino turístico de todo el año y no sólo del verano, la temporada en la que sus playas abren al público y miles de visitantes acuden a su legendario parque de atracciones, espectáculos burlescos y “Desfile de Sirenas”.

Su propulsor, una coalición de negocios de la zona llamada Thor, pretende erigir un hotel lujoso -posiblemente con la forma de una montaña rusa-, así como un parque de atracciones acuáticas, edificios residenciales y tiendas.

De ser aprobado por las autoridades de la ciudad, el plan de renovación y construcción podría arrancar en julio del 2007, con lo cual podría inaugurarse conjuntamente con el primer centro cultural de Coney Island, cuya apertura está programada para 2009. EFE 

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