Una poderosa historia de amor colectivo

Una poderosa historia de amor colectivo

Loma de Cabrera, municipio de Dajabón, cuya población aproximada de 20,000 habitantes, sustentada en una producción agrícola mínima, vinculada al comercio con Haití y aún con una sustancial vegetación que proviene de diversos árboles: pino, mango, aguacate, atravesada por un Masacre que aún fluye, es el escenario de esta historia.

Ocurre que July Pie, Julio César Pérez, excepcional músico, salido de las entrañas de la academia de música del poblado y perfeccionado en el Conservatorio de Música de Santo Domingo. Produjo música que alcanzó dimensiones internacionales. Ahora, imperativos del mundo en que se desenvolvía, razón biológica hereditaria (esquizofrenia), sumada al consumo de estupefacientes lo condujeron a la inconsciencia, transformándolo en un ser vivo-muerto. En Loma de Cabrera, su espacio vital, lo acoge para su andar sin rumbo y sin propósitos, sumergido, durante 20 años, en las tinieblas producidas por la esquizofrenia y las drogas. El hombre, July Pie, otrora virtuoso del piano, en esos años era “el loco de la aldea”.

Y el pueblo, representado en cada uno de sus habitantes, observaba impávido esa tragedia. Y fueron muchos esfuerzos que se desplegaron por personas e instituciones de la comunidad para enmendada, pero ningunos de esos reclamos fueron atendidos por las autoridades nacionales y locales, y el drama, cada vez más, se hacía más drama. El deterioro físico y mental alcanzaba límites ascendentes.

Es, entonces, cuando un grupo de lomeros dispersos en la geografia dominicana, así como en el exterior, asumieron la recuperación de July Pie.

 La idea alcanzó a todos los rincones de la comunidad: Loma de Cabrera hizo suya la idea de recuperar a unos de sus más meritorios hijos.

El proceso de recuperación se inició y los resultados no se hicieron esperar: en un mes, July Pie fue recuperando la lucidez y la cordura, tanto así que tocó el piano junto a Fernando Villalona, en una visita que le hiciera su compueblano, con quien anduvo un gran trecho en la música. Al momento de este escrito, nuestro personaje ya está lejos del mundo de las tinieblas en que se encontraba sumergido.

¿Por qué esta historia? ella representa un modelo social humano que debemos imitar como nación. Cuando una sociedad se empodera no hay límites para las realizaciones de empresas fundamentales que vayan en beneficio del individuo y la colectividad, y algo más contiene esta historia: una lección de solidaridad humana, tan necesaria para que una nación encuentre formas de convivencias humanas, elemento indispensable para establecer un ámbito de armonía y de paz.

Según el Índice Económico de Felicidad Mundial, los países que presenta mayor nivel de armonía humana no son únicamente los que tienen el producto interno bruto más alto, sino también aquellos, como Finlandia, Noruega, Suecia, Singapur, Dinamarca, que poseen el más alto nivel de empoderamiento de sus ciudadanos.

Nuestro país, en estos momentos, debe hacer suya esta historia, convertida en instrumento, pues, solo alcanzaremos el verdadero progreso cuando se produzca un real empoderamiento del pueblo, cuando se movilice en función de proyectos y propósitos comunes que vayan en dirección del bienestar colectivo y de la justicia social.

 La población tiene una capacidad inédita arropada en una cotidianidad no productiva, hay que sacudirla para que se ponga en primer plano sus tremendas capacidades de producción y reproducción de bienes. Es tiempo de que hagamos nuestras las palabras de Abraham Lincoln en el momento de conceder la libertad a los negros norteamericanos, dijo, parafraseamos: en tiempos de tinieblas, tenemos que utilizar la Presidencia de la República como un púlpito para empoderar y, consecuentemente, movilizar una nación. Si esto sucede, ninguna misión es imposible por grande que sea.

July Pie andaba por las calles y campos de su tierra que le vio nacer como un Lázaro, la actitud de su comunidad y ciudadanos, apoderándose de la palabra de Dios, exclamó: “levántate y anda” y así ha acontecido. Y Loma de Cabrera enfrenta, actualmente, una paradoja: siendo una comunidad excluida económica y socialmente desde arriba, siendo pobre, es una comunidad rodeada de una aureola de auto-estima y dignidad.

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