Una postura sin razón de ser

Una postura sin razón de ser

ANGEL BARRIUSO
Miguel Angel Velázquez Mainardi fue designado embajador en Chile por el gobierno de Leonel Fernández, y días después el gobierno chileno lo aceptó sin ningún tipo de objeción; pero el bloque mayoritario de nuestro Senado ha hecho todo lo contrario. Velázquez Mainardi tiene méritos para desarrollar una buena gestión a favor de su país, aunque no sea un diplomático de carrera. Toda su vida ha sido un político apasionado y como el tiempo discurre inmancablemente viene asumiendo comportamientos más sosegados, como ha ocurrido con miles de personas en todo el mundo, principalmente cuando las canas muestran los años.

He dicho que tiene méritos para ocupar el puesto: conoce el universo político y permanece informado sobre los acontecimientos económicos; es un defensor de los intereses nacionales; entusiasta promotor de los valores nacionales; no tiene asomo de arbitrario y es una persona formada, y jamás pecaría de ignorante. Y sería difícil verlo en situaciones que deriven en la corrupción administrativa.

El Velázquito fogoso de finales de los años setenta y principio de los ochenta ha desaparecido. Este es un hombre maduro. Me parece que organizar y conducir semanalmente una tertulia en los medios de prensa del Grupo Corripio ha hecho de Miguel Angel otra persona, distinta de aquel guerrero de las denuncias. Esta es una persona más reflexiva, y así lo puedo observar desde que lo conozco, hace como 15 años.

Velázquez Mainardi, sin temor a incurrir en la apología, ha sabido desafiar el entorno por la conquista de su propia trinchera. Y si rebuscamos en su estilo y en recursos políticos por él empleados, tal vez entonces tenga yo mis diferencias. Es una persona controversial, pero decidida.

En determinados momentos ha enfrentado a grupos políticos con toda su pasión y ha expuesto las razones por las cuales los enfrentó. Sin embargo, ¿es un pecado asumir determinadas posturas políticas a favor o contra de determinado sector? ¿Merece la condena del Senado?

Obviamente que lo ocurrido a Velázquez Mainardi refleja debilidades institucionales y la falta de fortaleza de nuestra democracia y, por encima de todo aquello de la libertad de expresión, la intolerancia política.

El sector político mayoritario en el Senado debería cambiar de actitud, y si definitivamente lo objeta como embajador ante Chile debe emitir una declaración a los fines de que la sociedad conozca las razones por las cuales el Congreso Nacional lo rechaza, porque pudiera disponer de informaciones por todos ignoradas.

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