“Una primavera para el mundo”

“Una primavera para el mundo”

Desperté sobresaltado. Algo, fuera de contexto, se gestaba. El timbrar insistente del teléfono sobre el sarcófago de la medianoche, no auguraba nada bueno. Estaba equivocado, el “Caballero”, tiene su estilo. Volví en mí, cuando logré identificar el vozarreteafonocorde de Solano irrumpiendo en el auricular, empujando mis portones soñolientos sin ningún pudor. Nuestro inesperado despertar apenas se espabilaba titubeante en el furor de la precipitación, cuando logré ubicar míicalma en el vestíbulo de su prisa…
–“Fernando, Fernando…”–

–“Qué pasa Fello”–

–“He tenido un sueño… he… he soñado una música… ¡impresionante!…. Coge paca’… “ –

–“Fello… tu ta’ loco… son las 3 de la mañana… coge un papel de música… siéntate en el piano… y anótala para que no se olvide… que… mañana a las 8 nos juntamos” –

Había sido invitado a un “Encuentro de Canciones” en Madrid. Comenzamos por contactar compositores de nervio. Ninguno tenía a mano obra alguna que pudiera llenar las expectativas de semejante compromiso. Para sorpresa llamó Milton Peláez. Peláez era un manejador genial de la “Canción de Humor”, no un escalador festivalero. Pero Madrid enferma. Pretendíamos, no solo el divo atrevimiento de conquistar el consagrador escenario de aquel Madrid de leyenda, sino insertar el nombre del país con dignidad trascendente.

Antes de las 8, estábamos en el pequeño salón-piano del hogar de Solano. Mi sorpresa era expectante. Exhibió el esquema impresionante de aquel oleaje de notas impensadas, entretejidas en un sueño de lunas escapando desde las profundidades del tiempo. Místico mensaje de campanas en voz baja… secreteadas al oído del silencio…pentagrama celeste cuchicheando el acorde infinito de los salmos… más allá de la razón y la creación del hombre.

Llamamos a René. No tuvimos que esperar sus estrofas, las traía en el alma. Desgreñadas al viento, sin aguardar otoños, deshojaba enfebrecido el follaje del bosque de sus rimas. Junto al destino de olores de aquella fruta inesperada, un mismo sol con idénticos latidos nos amanecía a todos.

Enardeció sus barcas entre arpegios de cielos y besos tempranos a pico de mañana. Una “chatita” de caderas discretas, que exigiera en matrimonio cual amante obseso, y que la magia perversamente complacida de Solano prestidigitara de la nada. Cual espada cercenando el humo, un “ballet” furibundo floreteaba sincero el cigarrillo entre las danzas de su mano zurda, delatando el decorativo esquema de su expresiva y particular estética.
–“Tócamelo Fello…”—
–“Tun… tuntuntuntuntuntun…tuntuntuntuntun”–
–“Ven… que contigo quiero…comenzar un sueño….que no acabará!… sigue ….como sigue…”—
–“Tun… tuntuntuntuntuntun… tun”—
–“No, no temas al tiempo que la luz del cielo… no se apagará!… sigue, sigue…”—
–“Tun..tuntuntuntun… tuntuntuntuntuntuntun”—
–“Voy a enseñarte lo hermoso que es el amor… cada piedra será una flor… cantaremos a un nuevo sol!… Coño sigue… sigue…”–

El verso corría saltando al trapecio de las frases, adivinando el circo de sus rostros. Un bramar sofocante de corceles desbocados en sonatas tecleadas de palomas y volutas perfumadas… y en el crayón de verbos de mi mano sedienta, el rasgar silencioso de plurales inéditos sobre el borrón manchado de palabras.

Una cicatriz de sol temprana… una flor nacida en lugar de cada estrella pestañando de celos… y el cigarrillo agónico, cual asta de cenizas en su puño… enfurecido de banderas…

Se abalanzaba en un vaivén febril tras el eco de su sombra, rebotando rincones entre copazos de humo. Una esquina respirando a cuatro pasos, castrando sus querellas de vate enloquecido, conteniendo el aliento tras un rubor de abismo saltando sobre cada nota, embotonando el verso al ramaje desnudo.
–“No ya no hay sendas que puedan volver atrás… atrás… la alegría de un mundo mejor vendrá!… vendrá!… sigue… sigue….”—
–“Tun… tuntuntuntuntuntuntuntuntuntun… tun… tuntuntuntuntun…”–
–“Dar sonriendo la mano y seguir… seguir… gloria y fiesta es la vida cuando hay amor… amor…
–“Dame letra… dame letra… coño”—
–“Ven… levanta tus ojos a los cielos rojos del amanecer… hoy en la tierra entera… una primavera puede florecer… deja que el viento se encienda con tu rubor… pinta el mundo con su color… y cantemos a un nuevo sol…”—
El humo del verso me subió a los ojos…
–“René… los cielos no son rojos. Quizás… pudiera ser…si… se cuelga en un amanecer o un atardecer…”—
–“Ta’bien… ta’bien… pero déjalo así”—
Amaba sus principios. Había sufrido cárcel y humillaciones. El extremismo retaba con impávida devoción, el desboque ensangrentado de la herencia trujillera. Una empapada traspiración ideológica, desafiaba enceguecida todo cadalso de conservación. El coraje de escupir al rostro de la arritmia, desde cualquier púlpito.

La mejilla espumante del verso besuqueaba de estrellas el rompiente empapado de música y poesía. Una llovizna de palabras sin orillas, desbordaba la pasión de la entrega. Comencé a leer en silencio…
La historia entre mis manos, el olor de las frases desnudando el músculo feroz del pensamiento, sus brasas encendidas bordeando las orquídeas del rastro, sofocando el lenguaje febril sobre el papel en llamas. Volví a releer en silencio y me posé despacio en las aristas de una frase poderosa. Como escultura antigua, perfilaba sus hombros cargando el drama sobre el destino del hombre, su desgracia condenada a cadena perpetua. Tropecé con el alma…
“… en la tierra entera… una primavera puede florecer… pinta el mundo con su color… y cantemos…”
Como si hablara conmigo mismo…….Caramba… no habíamos pensado……. Sin siquiera elevar la voz…… Era tan intrascendente…
–“Mira… tú sabes… cómo se llama……. esto… ¡UNA PRIMAVERA PARA EL MUNDO!”—
Escribí el título sobre su frente… René musitó algo consecuente…
Logré contactar a Milton en el Casino del Embajador. Le expuse mi decisión. Rozamos casi un enfrentamiento personal.
–“Milton… espero…que por lo menos tomes en cuenta… el que me preocupara por enterarte… si me hubiera dado la gana… hubiera llevado la canción que yo quisiera, sin decirte nada”–
Conquistamos a Bosch. Solano le invitó a escucharnos. No recuerdo los demás. Don Juan centelleaba horizontes que ignorábamos. Su sensibilidad de intelectual fuera de contexto. Su dimensión como cultor de arte profundo. Su protagonismo a escalas elevadas en aquellos tablados de valores sobrios, motivaban nuestro paladar. Fue la primera persona que escuchó cantar por primera vez, de corazón, aquella “Primavera”. Su opinión espléndida, de orgullosa espontaneidad… se nos quedócálida y efervescente, como el Mabí burbujeante con que sorprendimos su abstemia.

El esperado “Encuentro de Canciones” en Madrid quedó en suspenso y flotamos desarmados en una espera torturante. Decidimos estrenarla. El Ayuntamiento de Puerto Plata confirió el Reconocimiento como “Hijo Distinguido” al Maestro Rafael Solano. Mejor oportunidad no podía ser. Mi destartalado auto se descompuso en el camino, y tanto el mortificado intérprete, como mi desesperado hermano Osvaldo Cepeda, maestro de ceremonias, fuimos los últimos en, milagrosamente, arribar.

Decidimos grabarla. Solano ensambló el impresionante arreglo para aquella primera grabación antológica casi 50 años atrás. Yo mismo costeé la grabación, era el estilo. El Maestro se negó a decorar sus sueños de vulgares monedas. Siempre que escucho esa primera interpretación, no puedo contener las lágrimas. Unos 20 años después, grabamos una segunda versión, en la cual Solano introdujo una expresiva y hermosa decoración coral…

Siempre hemos preferido el misterio vaporoso de aquella elevada grabación primera… Versos paridos en el Risco poético de un más allá escogido…Trinos posados en Sol de Rafaeles dormidos…silbido ajeno del Ruiseñor celeste…desde un más allá… soñado.

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