Sin lugar a dudas, un sistema sanitario que garantice este derecho es uno de los principales retos con lo que cerramos el 2022.
El contexto es contradictorio porque el que en el país se están discutiendo reformas en salud y seguridad social y esa debería ser una señal auspiciosa. ¡Pero es todo lo contrario! Se trata de esfuerzos largos en el tiempo y sin ningún fruto exhibible o concreto.
Hablo de escenarios relevantes como la Comisión Bicameral del Congreso Nacional, las mesas del Consejo Económico y Social (CES) y otras coyunturales a propósito de las demandas del Colegio Médico Dominicano (CMD) y la Coalición por una Seguridad Social Digna.
Como verán es mucha espuma y poco chocolate. Muchos diálogos y pocos resultados. De modo que ya está bueno de discutir y discutir sin tomar decisiones. Sé que la estrategia del Gobierno es lograr consensos. Pero dos años en el Congreso y más de uno en el CES, sin conclusiones, demuestra necesidad de tomar decisiones.
No me malinterpreten. El diálogo es bueno y necesario, pero llegado un punto y cumplido unos plazos, máxime tratando de un tema como la salud, donde si bien es cierto se hace negocio, su carácter esencial es la garantía del derecho más fundamental de una persona, como es la vida, la prioridad debe ser lo que le convenga a la mayoría de los usuarios, el bien común.
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Además, considerando la amalgama de intereses encontrados (sector privado (ARS), médicos (especialistas), y clínicas, consenso en todo no habrá. De modo que ojalá el Gobierno entienda la responsabilidad de rectoría que le confiere la Constitución para garantizar el derecho a la salud y se atreva a tomar decisiones.
Hay que disminuir las ganancias de las ARS y aumentar el monto que pagan a los médicos por consultas y procedimientos (sin aumentar la cápita de los usuarios que ganan menos). A cambio, una alternativa puede ser exenciones o estímulos fiscales para las ARS y, en el caso de los médicos, el compromiso de eliminar el copago a los usuarios (gasto de bolsillo) y de recetar medicamentos genéricos.
Pero decisiones a favor de la mayoría de la ciudadanía, afectando intereses de ARS, clínicas y médicos, son difíciles en las puertas de un año preelectoral y en un Gobierno que tiene, como todos, compromisos con el sector privado, por lo que sólo con una ciudadanía empoderada, decidida a lograr en salud lo que logró en educación, en medio ambiente y en lucha contra la corrupción e impunidad, se puede lograr la reforma de los sectores salud y seguridad social.
Si se cuenta con la gente y así lo hace, el Gobierno será premiado. De lo contrario, el pueblo dominicano, que no tiene garantía de que, con carné o sin carné, al enfermar tendrá un sistema sanitario de calidad, digno, humano y accesible, se lo tomará en cuenta.