Una propuesta para la primera dama, Raquel Arbaje

Una propuesta para la primera dama, Raquel Arbaje

Samuel Luna

¡Ahí van! ¡Amárrenla! No, no, cuidado, son adolescentes de Conani. ¡Déjenme tranquila, no quiero estar trancada! Se escuchan los gritos, las malas palabras, el desespero y la angustia. Los rostros de los empleados se notan cansados y afligidos, es como que el trabajo es mucho, peligroso y con muy poco resultados. Esa es la percepción de muchos transeúntes y ciudadanos que se acercan a Conani o se tropiezan con escenas repentinas e inesperadas.

Mi artículo no es para atacar el sistema y la labor que el Consejo Nacional para la Niñez y la Adolescencia (CONANI) ha estado realizando desde el año 1978. Es sabio resaltar que la decisión de crear un organismo gubernamental que proteja a los niños y a las niñas de la República Dominicana, emerge de la situación económica, social, educacional y de salud por la que atravesaba la niñez en ese entonces; en ese momento, la primera dama de la República Dominicana era doña Renée Klang de Guzmán, la que gestionó y motivó que Conani surgiera como una respuesta para proteger a los niños, niñas y adolescentes del país.

Conani se ha desarrollado y evolucionado debido a los cambios establecidos por la Convención sobre los Derechos del Niño, en 1989, por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Después de eso han surgido muchos acuerdos, reformas, transformaciones y regulaciones, con el único propósito de proteger la dignidad de todos los niños y adolescentes abandonados y víctimas de la irresponsabilidad de los padres que los procrearon. A pesar de todos los esfuerzos establecidos para lograr esos objetivos ya mencionados, creemos firmemente que Conani debe operar de manera más estratégica, más intencional, integrando otras organizaciones; claro, sin dejar las que hasta ahora están ejerciendo una labor de apoyo y de soporte.

Conani, es muy eficaz en materia de asuntos legales, existe un programa que expresa, por lo menos en papel, el desarrollo integral de los niños y adolescentes; sin embargo, los resultados son otros, cada día observamos el descontento de esos internos, el cansancio de los empleados y el desafío de los adolescentes como si fuera una guerra entre enemigos mortales. Conani debe ser un instrumento que refleje luz y que sirva de modelo para otras instituciones. Entendemos que los cambios de gobiernos, muchas veces, afectan el desarrollo y la continuidad que requiere esa organización; al mismo tiempo, también reconocemos que Conani tiene la libertad y el apoyo de la primera dama, Raquel Arbaje, quien expresó hace poco el inicio de una campaña en todos los medios de comunicación, titulada: “Toma el control, ponlo en pausa”. El propósito de esta campaña es sensibilizar a la población sobre el embarazo en adolescentes. El desafío que tiene Conani y la mayúscula tarea de reeducar y proteger a esos niños y adolescentes, solo se puede lograr invitando a todos los sectores de la sociedad que tengan deseo, interés y vocación para enfrentar ese flagelo que golpea a la familia y a la sociedad dominicana.

No podemos ver a Conani como una herramienta de campaña política, no debemos usar a Conani como una empresa privada. Conani debe ser tratado con delicadeza, con transparencia, con profesionalidad y sobre todo con un espíritu de vocación. El Estado dominicano invierte más de 245 millones de dólares cada año, para frenar el comportamiento desenfrenado de los adolescentes y los embarazos; estamos hablando de 1,122 millones de pesos dominicanos por mes. Esta suma de dinero necesita y demanda resultados tangibles, medibles y positivos. Invito a los funcionarios de Conani, y a todos los sectores involucrados en este precioso trabajo a tomar una pausa para buscar más opciones, para maximizar lo que ya existe. Me ofrezco como facilitador, y digo esto, porque tengo tres varones y una hembra, y no quiero que ellos sufran. Por eso, cada vez que pienso en Conani, no pienso en una institución, pienso en vidas, en familias, en dolor y en personas reales. Solo escribo una propuesta a la primera dama, Raquel Arbaje.

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