Una provincia en ebullición desarrollista

Una provincia en ebullición desarrollista

En septiembre de 1958, el gobierno creó la provincia Julia Molina en una pobre región nordestana de pescadores, de arroz y ganado, que luchaba por sobrevivir, arrastrando la presencia de los trabajos forzados en los arrozales de El Pozo, y de los españoles que vinieron casi a sucumbir en Baoba del Piñal.

Mi padre, Fabio F. Herrera Cabral, fue designado primer gobernador provincial de esa zona del país, para organizarla y ponerla sobre ruedas después de construidas las obras de infraestructura para acomodar a la nueva provincia convirtiéndola en un ente de trabajo y deseos de superación.

Para mi fue de gran impacto asimilar las precariedades con que se desenvolvían las actividades en 1958, pese a que existían prósperos hacendados, pero la gran mayoría carecía de lo más mínimo para superar las dificultades que eran mayores a la de los demás pueblos que rodeaban la nueva provincia.

Hoy, 53 años después la transformación de Nagua, Cabrera y Río San Juan es increíble, y para mí, que ya hacía unos 12 años que había trabajado en Nagua y Río San Juan, fue una enorme sorpresa toparme con el gran dinamismo de la ciudad cabecera de la provincia, en donde las inversiones se consolidan con la presencia de los principales bancos del país y de un animado tránsito vehicular que demuestra de cómo la producción agropecuaria es un puntal para la demanda de la población y los requerimientos de la actividad turística.

La provincia María Trinidad Sánchez tiene una nueva fisonomía. Sus habitantes le han dado un empuje de desarrollo, que Nagua por su extensión y presencia de urbanizaciones y mejores calles, conlleva más inversiones. Cabrera crece vertiginosamente y sin un plan de expansión urbano, no obstante la febril actividad con el surgimiento de residencias y edificios de todo tipo impresionando por el surgimiento por doquier de las edificaciones hasta llegar a los acantilados a orillas del Océano Atlántico. Río San Juan, con su hermosa Laguna Grí Grí, avanza con firmeza en busca de nuevos horizontes turísticos con las inversiones en Playa Grande y su bello campo de golf, así como la recién anunciada del proyecto inmobiliario de The Cliffs.

En  Río San Juan existe el principal centro turístico en el hotel del Grupo Piñero, el de Bahía Príncipe, que con sus 500 y tantas habitaciones atraen a una clientela internacional que es cautivada por la hospitalidad del personal y la belleza de los jardines y bien cuidadas instalaciones. Existen otras pequeñas facilidades hoteleras, destacándose el desarrollo inmobiliario en La Catalina, donde varios extranjeros viven en su retiro encumbrados en colinas de impresionante belleza.

Falta mucho para consolidar el turismo. A las playas populares, como la de Los Gringos y la Poza de Bojolo se les deben mejorar sus facilidades sanitarias para ofrecer en mejores condiciones los alimentos. Otras playas, como la de La Entrada, la del Diamante, Cabo Francés Viejo y Bretón necesitan de mayor apoyo de los particulares y del sector oficial atascado en su lenta burocracia. Las playas de Bahía Blanca y Caletón necesitan de más atención del municipio y de Turismo.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas