Una proyección aterradora

Una proyección aterradora

Es frecuente que esferas opositoras al Gobierno utilicen como arma política señalamientos improbables  de que estaríamos trillando camino hacia un narco Estado. Pero es indudable que el poder alcanzado por el negocio ilícito de drogas y su capacidad para penetrar y contaminar sectores de poder, obligan a hacer una proyección bastante preocupante del porvenir de nuestra integridad institucional.

Marino Vinicio Castillo, presidente de la Comisión de Ética y asesor del Poder Ejecutivo en materia de drogas, ha advertido que el negocio ilícito de narcóticos ha logrado arrebatarle espacios sensitivos al Estado, creando una versión virtual de Estado paralelo. Lo ha dicho ante el Ateneo Dominicano, en una conferencia. Un hombre como este, que navega entre fuentes y datos creíbles, conoce muy bien el alcance de sus expresiones, y eso hace inevitable una proyección tenebrosa del porvenir.

El Estado hace esfuerzos por ganarle la batalla al negocio de las drogas. Hay una cronología de golpes asestados al narco que lo confirma. Pero el poder económico del narcotráfico es un lubricante capaz de aflojar la cohesión entre hombres y mujeres de todos los niveles, con autoridad, pero también con necesidades existenciales unos, y ambiciones de riqueza otros. Esos factores hacen tenebrosa la proyección del porvenir.

Con entusiasmo y prudencia

La escapada entusiasta hacia playas y balnearios, aprovechando el asueto de Semana Santa,  es un buen medio para disipar las tensiones de la rutina diaria. Con las temperaturas como están, está más que justificada esa huida. Sin embargo, el hecho de que tantos vehículos circulen por las carreteras impone factores de riesgo y obligan a una conducción sobria y responsable, con plena conciencia de que hay que respetar topes de velocidad y evitar el alcohol.

Lamentablemente, todos los años los balances arrojan muertes, lesiones e intoxicaciones por alcohol, lo que indica que no todos ponen la prudencia por encima del entusiasmo y la euforia. Por más esfuerzos que hacen las autoridades para prevenir percances, hay personas que provocan accidentes por manejo temerario. En este renglón tienen liderazgo los motociclistas. El consejo es que sin matar el entusiasmo por una sana diversión, hagamos nuestro mejor ejercicio de sobriedad y prudencia.

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