Una prueba calibrada cínicamente para arreglar los resultados

<P>Una prueba calibrada cínicamente para arreglar los resultados</P>

Wolfgang Münchau
Si alguna vez trató de probar la seguridad de los carros o de los juguetes de niños que utilizan el mismo método que la Unión Europea aplicó en sus pruebas de estrés en los bancos, acabaría en la cárcel. ¿Cómo así? Simplemente porque el mecanismo utilizado para las pruebas fue calibrado para arreglar el resultado. El propósito del ejercicio fue de asegurar que los únicos bancos que fallaran fuesen ésos que tendrían que ser reestructurados de todos modos.

Al mismo tiempo, la idea supuestamente era la de demostrar al mundo exterior que el resto del sistema bancario permanecía sólido. El propósito de este ejercicio cínico fue de fingir que la Unión Europea resolvía un problema, cuando de hecho no fue así.

Es demasiado temprano juzgar si la táctica trabajó. Pero, a juzgar por la reacción informada luego de la publicación de los resultados, sospecho que no. Las expectativas no eran muy altas.

Había tres problemas fundamentales con esas pruebas – y cada uno las habría invalidado. El primero, y menos grave de los tres, es que las pruebas dejaron fuera algunas instituciones importantes, cuya salud financiera no está totalmente clara. Uno de ésos es KfW, la institución propiedad del estado alemán que legalmente no es un banco pero que lleva a cabo funciones similares a éstos – como acumular muchos activos tóxicos.

El segundo problema es la definición de la tasa de aprobación – un ratio Tier 1 de al menos 6%, que se refiere a varias categorías de capital, como un porcentaje del total de activos del banco. El problema con esta definición es que no nos dice lo que debemos saber. La razón por la que estamos interesados en ratios de capital no es porque tenemos miedo que un banco no alcance algún requisito legal pero que no esté lo suficientemente asegurado contra un shock exógeno.

El capital Tier 1 incluye valores y ganancias retenidas pero también varios tipos de instrumentos híbridos de deuda. Por ejemplo, el apoyo de los gobiernos de Alemania y España entra la forma de instrumentos híbridos, por lo cual el estado no llega a ser un propietario del banco.

El capital híbrido tiene algunas características de patrimonio pero también algunas características de bono, inclusive el derecho a un pago garantizado. Ya que la pregunta es cómo el sistema funciona bajo estrés, estamos interesados en los elementos de absorción de riesgo del capital base – y no en alguna definición burocrática o legal.

La definición actual de capital Tier 1 (nivel 1) es la razón por la cual todos los Landesbanken alemanes han pasado las pruebas. Si se hubiera utilizado una definición más estrecha – patrimonio y ganancias retenidas solamente – seguramente los resultados  habrían sido sin duda diferentes.

El tercer problema es el más severo, y golpea la credibilidad del ejercicio entero. No había provisión para la posibilidad de impago soberano.

Los bancos tienen la mayor parte de sus bonos en su cartera de inversión – donde  generalmente los mantienen hasta su madurez – y una pequeña minoría en sus carteras de negocios. Las pruebas de estrés asumieron alguna pérdida adicional sólo en el valor de los bonos en las carteras de negocios. Mas la valoración de los bonos griegos ya implica una probabilidad no trivial de un impago – y que afectaría a ambas carteras.

Ciertamente, las pruebas de estrés deben ser basadas en lo que puede llamarse el peor escenario, no uno que representa la absoluta derrota. Nadie les pide a los supervisores de bancos realizar pruebas de estrés sobre el impacto de un ataque extranjero. Pero el impago soberano en el caso de Grecia no es escenario tan inverosímil – incluso si se cree improbable. Es irresponsable de parte de los evaluadores de estrés ignorar ese tipo de acontecimiento. Es como si un evaluador de choques de autos  fallara en considerar la posibilidad de un vehículo que se acerca.

En su reunión preparatoria del viernes por la tarde, se reportó que los funcionarios del Comité de Supervisores Bancarios Europeos (CEBS por sus siglas en inglés) hicieron una declaración extraña. Calcularon la probabilidad del escenario adverso de estrés en 5%. Pero, ¿cómo pueden saberlo? Si esta estimación es basada en alguna variante de distribución normal, como sospecho, entonces el umbral de 5% debe incluir sin duda una suposición de un impago griego parcial, ya que esto es la inferencia probable de los precios de mercado actuales.

Las probabilidades de impago son en verdad un tema muy complicado. Un método fácil pero muy sucio es tomar la raíz cuadrada del margen de rendimiento de algún activo supuestamente seguro. Si el margen para Grecia es de 900 puntos base, que implica una oportunidad del 30% de oportunidad de un impago del 30%. Si quiere realmente incluir escenarios de estrés que tienen sólo una probabilidad de suceder de 5%, sin duda bajo precios de mercado actuales no puede ignorar la posibilidad de un impago del gobierno griego.

Las pruebas de estrés siguen un patrón que ha sido evidente desde el estallido de la fase aguda de la crisis financiera en septiembre del 2008. El enfoque de la U.E. hacía el sector financiero ha sido de aplicar parches – un rescate manta, algunos planes de recapitalización no muy serios, más cargas de liquidez – en vez de resolver el problema.

Una excepción notable es España, donde la situación es la más severa, y donde se lleva a cabo un intento serio para corregirlo.

Pero, mientras en Madrid las pruebas de estrés forman parte de un compromiso político para resolver los problemas bancarios, éste no es el caso en otros lugares. Una prueba de estrés sin una estrategia de resolución – que es lo que está ausente más allá de España – no tiene sentido.

La clave

1.  Problemas con las pruebas de estrés

Había tres problemas fundamentales con esas pruebas – y cada uno las habría invalidado. El primero, y menos grave de los tres, es que las pruebas dejaron fuera algunas instituciones importantes, cuya salud financiera no está totalmente clara. El segundo problema es la definición de la tasa de aprobación – un ratio Tier 1 de al menos 6%, que se refiere a varias categorías de capital, como un porcentaje del total de activos del banco. El tercer problema es el más severo, y golpea la credibilidad del ejercicio entero. No había provisión para la posibilidad de impago soberano.

Una batalla que los reguladores bancarios  están perdiendo

Mientras que los legisladores norteamericanos se felicitan a sí mismos por el paso exitoso de la reforma financiera doméstica, una batallada embravecida se lleva a cabo en el otro lado del Atlántico con implicaciones aún mayores para el sistema financiero mundial. Esto sucede en Basilea, oponiendo a los reguladores internacionales contra los grandes bancos, concierne el futuro de los estándares globales de adecuación de capital. Y como dijera Sheila Bair, presidente de la Corporación Federal de Seguro de Depósito (FDIC por sus siglas en inglés), al Financial Times recientemente, es una batalla que los reguladores están perdiendo.

En diciembre del 2009, el Comité de Basilea sobre Supervisión Bancaria publicó un conjunto de nuevas propuestas de adecuación del capital – «Basilea III» – que ha llegado a ser el eje de los esfuerzos financieros del G 20. Incluyeron un ratio de apalancamiento general, definiciones más apretadas de capital, capital anticíclico de amortiguamiento y colchones de liquidez a corto plazo para cubrir insuficiencias temporales de efectivo.

Nada sorprendente, los banqueros han golpeado duramente contra las propuestas. En la primera serie de consultas en abril, inundaron el Comité con protestas de que Basilea III ahogaría la recuperación económica. En junio, el Instituto de Finanzas Internacionales reclamó que las nuevas reglas recortarían el 3% del resultado económico en la eurozona, E.U. y Japón para el 2015, aniquilando más de 9m de trabajos en el proceso. Su cabildeo da resultado: La Sra. Bair advierte que los reguladores «sucumben» ante los argumentos poco sinceros de los bancos. El comité de Basilea debe mantener su resolución. Provisto de que no sea diluida, Basilea III forzará los bancos a retener un mayor – y menos absorbente – colchón de capital. La reducción resultante en el apalancamiento alejará el riesgo de los contribuyentes y lo enviará a las hojas de balances privados. Esto ayudará a revitalizar la confianza en el sistema bancario. Incluso si las reglas comprometen el crecimiento económico a corto plazo, es un precio que vale la pena pagar por un crecimiento más estable a largo plazo.

Igualmente importante, el comité debe responder al incrementado interés en sus reglas abriéndose a sí mismo al escrutinio público. Por demasiado tiempo ha operado como un selecto club, consultando sólo a un puñado de bancos transfronterizos grandes. Basilea II, que llegó cerca de permitir a estos bancos establecer sus propios requisitos de capital, fue un caso clásico de captura regulativa. Si la más reciente tentativa para arreglar los estándares de capital ha de tener éxito, el comité debe cambiar no sólo las reglas que crea, pero también la manera en que las crea.

La frase

Los reguladores  están perdiendo la batalla que se está dando en   Basilea, frente a  los grandes bancos en lo que  concierne el futuro de los estándares globales de adecuación de capital”.

VERSIÓN AL ESPAÑOL DE MARIA DEL CARMEN MARTÍNEZ

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