Una prueba de inteligencia que dura 66 años

Una prueba de inteligencia que dura 66 años

BBC MUNDO. Hace 66 años, más de 70.000 niños de 10 y 11 años hicieron una prueba de inteligencia en Escocia, Reino Unido.

Los resultados fueron cuidadosamente registrados y almacenados en un sótano.

Y allí se quedaron, prácticamente olvidados, durante las siguientes cinco décadas.

Hasta hoy, que son la base de una investigación que ofrece información valiosa sobre lo que hay detrás del deterioro cognitivo, o dicho en otras palabras, el envejecimiento del cerebro.

Cada tres años, Ina Wallace tiene que someterse a una serie de controles cognitivos por investigadores de la Universidad de Edimburgo.

La prueba incluye memoria, rapidez mental, vocabulario y habilidades verbales, así como planificación y organización.

También tiene que volver a hacer el examen de inteligencia que hizo cuando era una niña.

«Era en la escuela Musselburgh y fuimos a la sala principal donde había largas filas de escritorios», recuerda. «Era muy preocupante porque tenías que escribir tu nombre. A mí me preocupaba que la línea no fuera lo suficientemente larga, así que lo recuerdo vívidamente».

Registro único. Para el profesor Ian Deary, el descubrimiento de estos exámenes años más tarde, apilados en estanterías en un sótano de Edimburgo, significó una gran oportunidad.

Ellos ofrecían un registro único que ahora sirven de respaldo para su equipo de investigación sobre el envejecimiento del cerebro, conocido como el proyecto de la Mente Desconectada.

Los especialistas lograron contactar con más de 1.000 personas que hicieron aquella prueba hace más de 60 años, y acordaron someterse a una nueva ronda de preguntas, escáneres de cerebro, análisis de sangre y revisiones físicas y mentales.

«Tenemos como base la función cognitiva de cuando estas personas eran sanas y jóvenes», explica el experto.

«Esto significa que podemos estimar los cambios de la función cognitiva de cada individuo desde la niñez hasta una edad avanzada y estudiarlos en la vejez».

Deary agrega que otra gran fortaleza de estos datos es que los participantes en el estudio tiene la misma edad.

«Esto significa que podemos estudiar a personas de la misma edad cronológica, que tienen una edad biológica distinta, debido a que algunos han envejecido mejor que otros».

Los expertos están haciendo un seguimiento a estos cambios y examinando en detalle qué hay detrás, incluyendo el origen social, la educación, estilo de vida, salud y genes.

«Lanza los dados». Ya han tenido importantes descubrimientos que indican que, a un nivel de población, los factores ambientales pesan más que el impacto de la genética en el envejecimiento del cerebro.

«No sólo se trata de hacer una cosa o tomar algo para que todo esté bien», aclara Deary.

«Se trata de la selección de diferentes cosas y jugar con los números. Si sabes que una cosa es mejor que hacer otra, probablemente estarás mejor lanzando los dados en dirección a lo que parece más razonable».

En este sentido, con el tabaco los expertos descubrieron que aquellos con una menor puntuación de la prueba cuando la tomaron a los 11 años eran más propensos a fumar, lo que más tarde tuvo efecto en la evaluación cognitiva.

Lo que sí pareció mejorar la habilidad mental más tarde en la vida fue más educación, por lo menos para competencias de alto nivel, como el razonamiento. Pero no ayudó en tareas mentales simples como la rapidez en reaccionar.

Hubo poca evidencia de que actividades intelectuales como mirar una obra de Shakespeare o jugar Sudoku hiciera algo para mejorar el cerebro.

Escáner cerebral. No obstante, la actividad física fue beneficiosa para la memoria y habilidades de razonamiento, y se vio en los escáneres de cerebros más sanos.

La cohorte del estudio ha casi completado su tercera serie de revisiones desde que se pusieron en contacto con los investigadores. Ina Wallace dice que ella «rozando» 70, todavía puede mejorar su puntuación de 1947.

«Definitivamente siento que soy un poco más lenta. Quedé agradablemente sorprendida de los resultados de la última (prueba). Estoy más alta de cuando la hice cuando tenía 11 años. Un poquito mejor sin duda. ¡No mucho, pero un poco!».

A Alison Pattie, que forma parte del equipo de investigadores, le ha sorprendido la habilidad de algunos de recordar ese día en 1947.

«La mayoría no recuerda haber hecho esa prueba, pero hay un buen grupo pequeño que sí. Pocas personas que incluso recuerdan preguntas específicas. Es bastante sorprendente, debo decir».

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