Una puñalada trapera

Una puñalada trapera

Al lector: Esta es mi colaboración número 5,000 para diversos diarios nacionales iniciadas en junio de 1969.

El Presupuesto complementario que el Poder Ejecutivo sometió al Congreso, por la suma de poco más de $31 mil millones de pesos, significa un rudo golpe para los planes de recapitalización del Banco Central y pone en entredicho la imagen de solvencia y de confianza para los organismos internacionales financieros que habían confiado en la recuperación de la economía dominicana en los pasados cuatro años.

La concepción de esa puñalada trapera, al corazón de la economía, se basa en un criterio populista ya que la mayor parte de los recursos que se incluyen en el presupuesto complementario se irá por el desagüe de los gastos sociales y corrientes, dejando muy poco para la inversión de capital.

Lo peor del caso es que los planes de recapitalización a que el Estado se comprometió por ley para liberar al Banco Central de su pesado déficit cuasi fiscal, caen por tierra y mata todas las posibilidades de un acuerdo con el FMI y otros organismos internacionales.

De ahora en adelante, después que el Congreso apruebe el presupuesto complementario, el país solo se desempeñaría con su nuevo amor de Petrocaribe, que si bienes un bálsamo para la economía regional, todavía no se conocen las consecuencias finales de esa dependencia a la generosidad chavista-venezolana.

No se asimila el criterio utilizado por los artífices de la elaboración del presupuesto complementario, que de golpe y porrazo, ha violado la ley para recapitalización al Banco Central. Esa era una de las condiciones para llegar al éxito del acuerdo con el FMI. Sacarle esos $5 mil millones de pesos a ese objetivo del primer año producirá un estremecimiento en la economía con el alza de las tasas de interés, alteración posible de la tasa de cambio, tan estable hasta ahora y un acelere de la inflación, ya de por si en un proceso alcista con el aumento del petróleo, de los alimentos caros así como los insumos más variados.

Pedirle a las autoridades que reflexionen acerca de su concepción del presupuesto complementario, es arar en el mar por la conocida tozudez de la administración peledeísta, que se mantendrá en sus trece, que sin reflexionarla y enmendarla podría ocasionar severos sacudimientos a la estabilidad que se disfruta. Hasta ahora las protestas, a que ya nos tienen acostumbrados los médicos y en algunos pueblos de Santiago, no pasan de conatos de impaciencia, de insolvencia moral y son por poco tiempo. Por lo general, muchos de los organizadores al final de cuentas se acogen a las ofertas oficiales reforzadas por el gobierno con los extraordinarios fondos que le podría proporcionar el presupuesto complementario.

Los genios del gobierno no asimilan que desviar el dinero de la recapitalización del Banco Central tiene un enlace más profundo, ya que sus consecuencias serían devastadoras para el país. Se volvería a caer en la insolvencia, desinflando la estabilidad cambiaria y la pérdida de confianza resurgiría en el ánimo de tantos organismos internacionales, que estaban admirados de cómo el país había superado el desastre de los primeros cuatro años del siglo XXI.

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