Una queja que hay que atender

Una queja que hay que atender

En un comunicado bastante explícito, cuatro organizaciones especializadas en producción y venta de medicamentos exponen al Presidente de la República las trabas burocráticas que mantienen al sector en desventaja ante el comercio ilegal de medicamentos. La Asociación de Representantes, Agentes y Productores Farmacéuticos (Arapf), la Asociación de Industrias Farmacéuticas Dominicanas (Infadomi), la Unión de Farmacias Incorporada y la Asociación Farmacéutica Dominicana se quejan por la tardanza de las autoridades en aprobar solicitudes de registros sanitarios y en la renovación de los mismos, tardanza que las actividades del sector y le provoca pérdidas.

En el comunicado de referencia se hace la observación de que mientras el sector formal de la medicina se ve afectado por esta falta de capacidad de respuesta de las autoridades, la comercialización de medicamentos falsificados se mueve libremente en el mercado. Se trata de un grito desesperado de un sector que, salvo prueba en  contrario, demuestra un alto grado de competitividad, exportando su producción y participando con eficiencia en el mercado externo. No debería permitirse que un sector importante de la economía tenga que enfrentar estas limitaciones. La facilitación de los procesos de regulación es un  rasgo de la competitividad que corresponde al sector oficial.

El drama de nuestra juventud

No sabemos a ciencia cierta cuántos jóvenes están involucrados en el negocio de las drogas, pero el hecho de que hasta en el más apartado rincón del país operen  puntos de venta de sustancias prohibidas es un  indicador de que tenemos un problema bastante grave. Nuestra juventud está enfrentada al dilema de  una acentuada falta de oportunidades de inserción en la economía y una oferta “generosa” de bonanza económica a través del tráfico -micro o macro, qué más da- de sustancias prohibidas.

La “oferta” de plazas del narcotráfico coloca a nuestra juventud en contacto con toda clase de delitos y crímenes conexos al comercio ilegal de las drogas. Lo grave es que no se observa un ímpetu oficial para contrarrestar esta situación a partir de la oferta de oportunidades de inserción de los jóvenes en los medios de producción. Los reclutados por las drogas son muchos, están en todas partes y se multiplican. ¿Qué hacer?

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