Una radiografía

Una radiografía

Una radiografía de nuestra sociedad nos colocaría frente a nuestra realidad. Descubriríamos que el hombre a quien vemos en el espejo por las mañanas tiene un rostro más amplio que la zona donde hay barba. Ello facilitaría la comprensión de mucho de lo que ocurre hoy.

Por donde comencemos hallaremos cómo florece la desconfianza en todo, personas e instituciones, gobierno y oposición.

Resulta cuesta arriba creer que si el pueblo entiende que los niveles de corrupción son tan altos haya tantos ingenuos que piensan que los que mandan son la excepción. Nada más falso. Lo peor es que se acepta a quienes se convierten en ricos mediante la corrupción que no se persigue, que crece en volumen y en  impunidad.

El maridaje Estado-iglesia Católica representa para el pueblo un espaldarazo a las políticas de todos los gobiernos. Cada gobierno recibe los mismos homenajes y reconocimientos como si para ser bueno, aceptado y aceptable bastara con estar en el gobierno.

Empresarios comerciales o industriales critican los gobiernos pero lo hacen con las manos hacia arriba pidiendo, implorando, solicitando que la autoridad se haga de la vista gorda ante precios abusivos, los contrabandos, la doble contabilidad y paro de contar.

En la escuela la transmisión de conocimiento es cada día más deficiente y millares terminan el bachillerato sin conocer las cuatro reglas de las matemáticas y los fundamentos del idioma.

De las universidades sale una hemorragia de personas tituladas que ojalá la mitad obtenga trabajo en la disciplina estudiada. La inversión en educación, primaria, media, universitaria, no responde a las necesidades del país.

En el campo político la mayoría de quienes aspiran a una posición pública carecen de los conocimientos y la visión necesarios para desempeñar los puestos.

Un solo botón, como ejemplo, aspirantes a diputados que ofrecen acabar el hambre en su jurisdicción si son elegidos, porque desconocen el papel de los legisladores.

Partidos cuyos directivos, quienes hablan de su espíritu democrático,  entienden que son los grandes electores que tienen el derecho divino de señalar los candidatos, lo cual es un deservicio a la democracia y un desestímulo a la participación en igualdad de condiciones.

Militares y policías que se comen la longaniza que deben cuidar, como hizo el perro de la fábula.

Médicos cuya constante mala práctica no recibe el castigo debido.

Abogados que emplean sus conocimientos para timar a los clientes.

Periodistas que asesinan la credibilidad y bailan como el mono: por la plata.

Farsantes que viven de Organizaciones No Gubernamentales, pensando que engañan a la humanidad.

Complete la lectura de la radiografía. A usted también le compete.

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