Una reiteración: la clientela política

Una reiteración: la clientela política

BIENVENIDO ALVAREZ-VEGA
En nuestro medio hay gente que vive  muy preocupada por el carácter permanente de las actividades político-partidarias. Pero  no crea el lector que esta es una preocupación reciente, de ahora, en razón de las elecciones que tenemos cada dos años. Se trata, de un sentimiento de mucho tiempo porque no es de ahora que los dominicanos, en general, se la pasan pendientes a lo que ocurre  en los partidos.

Pero cuando miramos el fenómeno de cerca y nos damos cuenta del sentido del mismo caemos en la cuenta de que no puede ser de otro modo. En la República Dominicana como en muchos otros países de América Latina y del llamado Tercer Mundo, la política partidaria gravita con una fuerza desmesurada sobre toda la organización de la sociedad y sobre la dirección de la vida económica y hasta religiosa.

En términos más cotidianos, sin embargo, nos interesa destacar la gravitación que la política-partidaria tiene en la vida económica de numerosas familias dominicanas  a través del empleo.

Como todos sabemos, el desempleo es entre nosotros un grave problema socio-económico, tan grave que hay economistas, políticos y sociólogos que lo asocian con el alto nivel de pobreza que afecta a la población, principalmente a la población rural.

Pues bien, entre las dependencias del gobierno central, las empresas públicas o descentralizadas del Estado y los ayuntamientos municipales,  el sector público mantiene una nómina de  miles de empleados. Cuando nos asomamos a estos números empezamos a ver los perfiles de la actividad política como una actividad de tipo industrial que, además, posiblemente sea  la más rentable del país.

En términos reales, si consideramos que cada empleo representa un hogar, estamos diciendo que más de un millón de dominicanos depende de manera estrecha de los empleos que genera el sector público.

Por supuesto, no estamos considerando las oportunidades de negocios que tiene para sus miembros y aliados un partido en el poder,  sobre todo en estas tierras de caos organizado, de poderes discrecionales ilimitados a casi todos los niveles en un Estado omnipresente y cuasi todopoderoso.  

El lector también debe considerar que las exigencias de calificación para ocupar un puesto público en las agencias gubernamentales son menores  que en el sector privado, hay menos requisitos de escolaridad, de pericia, de habilidad y de experiencia.

Lo más importante es ser miembro del partido de gobierno, sea este el Partido Reformista Social Cristiano, el Partido Revolucionario Dominicano o el Partido de la Liberación Dominicana, o los aliados de estos. Basta con poseer el carnet o que los dirigentes principales nos conozcan y sepan de nuestra participación en los trajines electorales.

Y, lógicamente, en un país de analfabetos y de baja escolaridad, de alto desempleo y de una bajísima tasa de calificación laboral, el gobierno y sus instituciones siempre serán un atractivo para mucha gente, pero como primero hay que pasar por el partido o por el activismo político, no queda otro camino que participar con la mayor consagración posible en la vida de las organizaciones partidarias.

Quienes han estudiado el tema del empleo en el sector público sostienen que la nómina está sobrecargada en unos cien mil empleados. A ojos vistas se tiene la impresión de que es así, porque las oficinas gubernamentales están llenas de personas que rinden una labor mínima, las famosas «botellas» o «botellones».

Ningún gobierno, sin embargo, ha querido ni ha podido ponerle fin a ese crecimiento desmesurado «del empleo estatal», porque hacerlo sería romper con la clientela de su partido.

bavegado@yahoo.com

Publicaciones Relacionadas

Más leídas