“Una Renovación del Siglo XXI”

“Una Renovación del Siglo XXI”

Manuel Cruz

Cuando un partido pierde su razón teleológica a través de la enajenación dialéctica y cae del pináculo de manera estrepitosa llueven las recetas de perínclitos, ortodoxos, pragmáticos, todólogos e hidrofóbicos. Con el agravante, de que una gran parte de esos facultativos contribuyeron por comisión u omisión con esas tempestades y en otros casos; hasta fueron beneficiarios directos o indirectos del opíparo poder que hoy ellos critican. Por tal razón, la peor desgracia que le puede pasar a un partido es renovarse sustentado en retrotropías o en méritos bautizados las transformaciones solo deben obedecer a realidades sociales.      

¿Qué es un Partido Político? 

Es probable que ninguna de las acepciones esgrimidas por figuras legendarias de la estirpe del francés Maurice Duverger, el irlandés Edmund Burke, el austriaco Joseph Schumpeter, los alemanes Max Weber y Robert Michels, el italiano Giovanni Sartori, el español Manuel Alcántara Sáez, el estadounidense Joseph LaPalombara ni la de muchos otros se puedan comparar con el realismo sociológico que encarna la descripción externada por el profesor Juan Bosch; quien al salir del otrora PRD en su primera entrevista para la Revista Ahora dijo, “un partido no es lo que sean sus masas sino lo que sean sus dirigentes”.     

Desde esa perspectiva, un partido no es otra cosa que un conjunto de elementos inanimados (local, colores, banderas y estatutos). Los propósitos de la búsqueda del poder y las transformaciones solo toman cuerpo cuando llegan los individuos con sus ideas a darle vida a todo lo abstracto. En virtud de ello, si esos actores carecen de la característica aristotélica del Ethos “autoridad, honestidad y credibilidad” esa misma imagen y percepción es la que proyectará el partido. Por eso, no es casualidad que en la legendaria obra del gran Robert Greene la 5ta ley nos señale que “casi todo depende de su prestigio; defiéndalo a muerte”.     

La Introspección es lo Primero.        

El PLD sufrió una metamorfosis degenerativa que va del caudillismo ilustrado que encabezó el profesor Juan Bosch amparado en los métodos de trabajo, al liderazgo bicéfalo (grupismo) que se fundamentó en la estrategia de suma cero y que fue precisamente la desgracia perredeista que dio origen al nacimiento del PLD. Sin embargo, donde ese partido firmó su sentencia fue cuando el individualismo se apoderó del cerebro de sus dirigentes; ignoraron a George Orwell y ahí ya el poder no es el fin sino el medio y la cotidianidad. Por ello, ni siquiera han analizado las causas de la derrota y ya tienen culpables y aspiraciones montadas.   

Dentro de ese contexto, el primer gran paso que debe dar ese partido es definir qué tipo de organización quiere ser y bajo cual metodología lo conseguirá. Además, sus decimonónicos dirigentes tienen que entender que sus ideas personales y su visión del presente y el futuro no importan para nada; un partido debe reducirse a ser la síntesis de la aspiración social. Bajo esa premisa infalible fue que el extinto canciller alemán Konrad Adenauer sentenció que “en política lo importante no es tener razón, sino que se le den a uno”. Ese aforismo es tan verosímil que miles de los que a diario mencionan su nombre nunca han comprendido los postulados de Bosch.    

Se trata de Ideas no de Hombres.

Al margen de todas las variables que caracterizan los procesos sociopolíticos y económicos, la caída de la URSS guardando las distancias encajaría a la perfección para entender al PLD de hoy. Los EE.UU. solo tienen como norte el destino manifiesto mientras que los comunistas se aferraron a los hombres y al capital de Karl Marx; China y los reformistas son la prueba inequívoca de esa realidad. ¿Qué significa eso? Que el PLD no podrá jamás renovarse ni hacer empatía con la sociedad de hoy aferrados al Danilismo ni a la herencia que según ellos el profesor les dejó, por eso el cambio los cambió.

De igual forma, ninguna sociedad tiene vocación de ser mecánica todas viven en constante dinamismo. No se trata de la edad ni de fuerza, por ejemplo, el senador Bernie Sanders tiene 78 años y es el líder más actualizado de todo EE.UU. Hoy hay niños de 12 años que pueden hackear un organismo de defensa utilizando una Laptop y al mismo tiempo el Comité Político del PLD tiene dirigentes que no saben que es Snapchat. Entiendan que el poder es un autobús que va montando y dejando pasajeros, la confianza en el chofer y las condiciones del vehículo definirán la diferencia y preferencia de la gente; los demás es solo hierro en movimiento.                                                                     

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