Una respuesta al doctor Dunker

Una respuesta al doctor Dunker

Brian J. Walsh entrega una explicación sucinta y comprensible de lo que es una cosmovisión: “Una cosmovisión provee un modelo del mundo que guía a sus adherentes en el mundo”. En cuanto y en tanto al cristianismo como cosmovisión, entiendo que a este dictum se le han agregado muchas sutilezas, esta será a continuación, nuestra clarificación argumentativa.
Una cosmovisión desarrollada brinda respuestas a las preguntas sobre el origen, el propósito y el destino, entre otras cosas; o, como algunos lo han expresado, el «por qué, de dónde y hacia dónde» de las cosas.
Pero hay quienes podrán objetar que este tipo de visión del cristianismo es demasiado intelectual o esotérica, o podrían decir que el cristianismo, por su propia naturaleza, no permite ser forzado dentro de ningún conjunto de ideas filosóficas. Es cierto que uno puede presentar una imagen excesivamente filosófica del cristianismo, que lo hace parecer muy alejado de la vida real. Pero, ¿invalida esto el elemento cognitivo? Note que el apóstol Pablo no tenía ningún problema en considerar el aspecto racional de la fe. Debe haber un conocimiento del cristianismo a fin de vivirlo. Efesios 1:17, 18.
También en Colosenses, vemos cómo Pablo da a sus lectores fundamentos intelectuales para rechazar la filosofía de su tiempo. Y qué decir del inefable intelectual cristiano Gamaliel, que dio aquel consejo sabio, no fuera que el discernimiento carnal se interpusiera al espiritual.
Hay un par de razones para pensar en el cristianismo en términos de una cosmovisión. Hace más de un siglo, el historiador de la Iglesia James Orr pidió una perspectiva de este tipo porque, en primer lugar, el cristianismo sí involucra varias creencias interconectadas que no pueden ser escogidas una por una como de un menú. Él dice: «Aquel que cree con todo su corazón en Jesús como el Hijo de Dios está comprometido por esta razón con muchas más cosas. Está comprometido con una visión de Dios, una visión del hombre, una visión del pecado, una visión de la redención, una visión del propósito de Dios en la creación y la historia, y una visión del destino humano, que se encuentran solo en el cristianismo. Esto forma una ‘visión cristiana del mundo’, que contrasta marcadamente con las teorías que surgen de un punto de vista puramente filosófico o científico». Por lo tanto, el cristianismo, por su naturaleza, forma una cosmovisión. En segundo lugar–dice Orr–, “dado que el cristianismo como un todo está bajo ataque, debe ser defendido como un todo; no solo de doctrinas individuales, sino todo el concepto de una religión sobrenatural y revelada. La oposición que debe enfrentar el cristianismo, dice Orr, ya no está confinada a doctrinas especiales o a puntos de supuesto conflicto con las ciencias naturales -por ejemplo, las relaciones de Génesis con la geología-, sino que se extiende a toda la forma de concebir el mundo y el lugar del hombre en él, la manera de concebir el sistema total de las cosas, naturales y morales, del cual formamos parte».
La teoría política de separación de la Iglesia y el Estado no surge por generación espontánea de un ejercicio intelectual de los cientistas sociales en un análisis socio-político exclusivo, tuvo como propósito romper con la interferencia del pensamiento religioso, pero acomodando el abordaje desde una perspectiva deísta. ¡Vaya paradoja!
La era denominada Iluminismo, que abarcó los siglos XVII y XVIII, vio cambios significativos en la forma en que el hombre de Occidente consideró su mundo. El florecimiento del conocimiento en el Renacimiento que surgió a través de las artes y las ciencias llevó a la restauración de un alto concepto del hombre. Aun en la iglesia cristiana se desarrolló el denominado «humanismo cristiano». En la era del Iluminismo que siguió, sin embargo, la parte «cristiana» comenzó a desprenderse, dejando al hombre como la autoridad final sobre todo lo que es verdadero. Pero este cambio no ocurrió de la noche a la mañana. Hubo un período de tiempo durante el cual Dios era aún reconocido, si bien algunos creían que Él había perdido contacto, como quien dice, con su creación. Dios fue echado fuera y restringido a su cielo. El concepto del cuidado providencial de Dios sobre la tierra se fue desvaneciendo. Así nació el deísmo.
¿Cómo fue que los deístas retuvieron su creencia en Dios? Según un escritor, la visión newtoniana del cosmos parecía exigir un Dios; el orden intrincado del universo sugería un diseñador inteligente. De hecho, esto hacía que Dios pareciera más grande que nunca. Sin embargo, Dios quedaba removido de una parte activa en los asuntos humanos. Su trascendencia era enfatizada a costa de su inmanencia. Además, si bien Dios era el autor de la ley natural, Él «retrocedía detrás de la serie de causas secundarias con las que los hombres tienen que tratar a diario».
Jesucristo, y por ende su Palabra, es nuestro modelo. Votar por tu hermano sea pastor, ministro o laico, que ha expuesto su testimonio y su propuesta constructiva “de luz y sal”, es un acto de amor y coherencia cristiana que se circunscribe en el segundo mandamiento de la ley. Votar por tu hermano es votar a favor de la sana doctrina de Jesús y no en beneficio del expediente que esgrimieron los fariseos en su contra.

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