Una retícula de poderes (2)

Una retícula de poderes (2)

    Cuando el PLD subió al poder por primera vez, había una esperanza difusa de que ejerciera la práctica política de manera diferente. El discipulado de Juan Bosch  debía una parte considerable del poder a la proclama ética con que se identificó la pequeña burguesía  que  padecía la decepción de la historia. Mareados por ese vaho sagrado del discurso ético que apelaba al valor simbólico de Juan Bosch, se creyó que el mundo deslumbrante de la riqueza material no los atraería.  ¿Por qué,  entonces, ningún viejo guayacán de la moral boschista ha condenado el desparpajo de la corrupción que ha caracterizado los gobiernos del PLD? ¿Qué ha pasado que no parece haber una sola brizna de vergüenza en esos viejos exponentes de la moralidad pública? ¿De qué valió la advertencia de Juan Bosch contra una pequeña burguesía depredadora, que se ha transformado pomposamente en rica y muy rica, y para la cual sus viejas cantilenas sobre la moral son hoy un florecimiento insípido en perpetua abolición?

Simplemente que el líder máximo del PLD ha  hecho del partido una “retícula de poderes”, y en esas circunstancias se impone el código de lealtad tribal.  Y no es sólo el silencio, sino que también la complicidad. Después de la muerte de Trujillo, jamás habíamos sentido tan nítidamente  la impotencia de vivir en una sociedad secuestrada. Uno sabe que el poder se ejerce más bien que se posee, circulando a través de todos los engranajes de la sociedad, por todas partes donde se pueden observar las relaciones de fuerza y estrategia de dominación.  Leonel tejió su ascendencia sobre el poder judicial, cada uno de los tribunales de la justicia tiene un número de tributarios a su persona que garantiza el dominio, e incluso, en el caso de la Suprema Corte, llevó allí a la presidencia  más que a un partidario, a un socio. Todo el sistema judicial dominicano está pues signado por la amenaza arrogante de un orden, que dimana de esa retícula de poderes.

         El poder legislativo es el más estrafalario de todos los poderes públicos bajo el dominio de esta retícula. Se le ha obligado a hacer de la sumisión y la falta de gallardía una mercancía, un objeto de comercio, insertado en un sistema de intercambio: la aceptación de toda iniciativa del líder máximo (Barrick Gold, por ejemplo) a cambio de barrilitos, exoneraciones y prebendas. Y lo mismo se puede decir de la  estructura partidaria. Juan Bosch hizo un gran esfuerzo intelectual para  organizar un partido  que fuera un gran proyecto social, pero cuando el buró político se reúne lo que hay ahí es una pequeña casta de millonarios que pertenece a un arribismo que no se inquieta por el honor, y que prefigura el abandono de todo proyecto social. Ministros que ganan más de un millón de pesos al mes, administradores de bancos que alcanzan casi dos millones, senadores que reciben hasta dos millones de pesos al mes, miembros de juntas que redondean seiscientos mil pesos, antiguos dirigentes magisteriales que se admiten públicamente millonarios en sus declaraciones juradas, etc. Un verdadero desfile de “jorocones”, magnates de la política  cuya  ostentación le pondría el “moco p’abajo” a la moral kantiana del viejo Juan Bosch.

El cemento invisible que une esa “retícula de poderes” que Leonel Fernández ha erigido, después de doce años de dominio del aparato del Estado por el PLD,  es la corrupción. Él distribuyó el Estado, adjudicó parcelas de poder, dio a la corrupción una legitimación política, abusó de los fondos públicos para construir su engrandecimiento personal, dio disfrute pleno de áreas del Estado a aliados políticos (El caso de la aberrante explotación del Ministerio de Relaciones Exteriores, cuyo escándalo todo el mundo conoce), entregó a más de 436 movimientos y 12 partidos áreas del Estado que han sido saqueadas, y permitió la acumulación de fortunas descomunales y obscenas de muchos de sus funcionarios. Sin dudas, un verdadero sinvergüenza en el manejo de la riqueza pública.

Pero su “retícula de poderes” requiere  del oxígeno del Estado para sobrevivir y  seguir creciendo. A ese “discurso-poder” le es imprescindible el gobierno, aunque la acumulación  de dinero que ya tiene esa “retícula de poderes” sea abundante; y por eso batallan por reposicionarse. ¿Cuál será el papel de esa riqueza acumulada, para que esta “retícula de poderes” se reposicione? Veremos.

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