En una visita a mi casa conversaba con mi hermana Celeste, su esposo Juan y mi esposa, Ingrid, sobre qué va a pasar en el mundo en el futuro inmediato. De algo estoy muy seguro y es de que nada será igual luego de este vendaval.
Degustamos un exquisito vino tinto que tomamos con mascarilla. Debo reconocer que no sabe igual: su equilibrio, longitud, profundidad, complejidad y carácter no pueden ser adecuadamente estimados con una mascarilla, pero debemos respetar las normas.
El mundo está abatido ante esta tenebrosa breña viral tan dramática, doloroso calvario que está padeciendo la humanidad.
Ella señaló, ojalá que tal vez al terminar todo esto, en la post-pandemia, se dé quizás el quimérico sueño de nuestro padre y se origine una «evolución moral» en el universo.
Yo muy orgulloso de la estirpe familiar, le dije que ella en su oficina (la que maneja los fondos de las ONGs) está de hecho haciendo una revolución moral y que don José (el Padre de la ética dominicana), de haber estado vivo, se hubiera sentido muy, pero muy orgulloso del correcto proceder de su única hija, su Luz Celeste.
Se ha dicho con propiedad que el futuro promisorio de los pueblos lo forjan sus buenos hijos con actuaciones correctas y superación moral.
Y a nuestro ver esta es una verdad incuestionable, por cuanto que la integración social de hombres y mujeres de claro entendimiento, probidad y talento son capaces de con buen juicio y discernimiento, ir mejorando día a día el comportamiento, las habilidades, destrezas y experiencias, que son las palancas propulsoras del progreso y el bien común.
Se explica que cuando cada persona responsable se comporta dentro de los lineamientos de la moral, de seguro que es el mejor aporte para el bien común. Es andar en integridad, para a su vez servir de ejemplo a los ignaros, quienes muchas veces no son responsables de los hechos deleznables en que puedan incurrir, a causa de la falta de educación y de ejemplos correctos a seguir.
Es modelar nuestra voluntad en dirección hacia lo que es la grandeza del alma. Y es quela vida es un movimiento querequiere de nuestra voluntad, para darle valor y decencia al ámbito donde nos desenvolvemos.
Pensando en este modo, es como si hiciéramos un llamado a la colectividad, a poner los sanos valores de la moral y la ética en función de todasnuestrasactuaciones, garantizando de hecho una sociedad más digna y segura, conducente a su vez, a estimular la paz y la armonía entre la gente.
Cuando prima la moral desde el seno de la familia se irradia a todos los ámbitos de la sociedad, es como una bendición divina que cae sobre los pueblos, porque se dejan primar los valores en lo atinente al orden, el respeto y al sentido de responsabilidad para actuar rectamente, con seriedad, honradez y un alto concepto del honor.
Algunos alegan y hasta justifican las conductas deleznables; estos incurren en una falta grave a esa moral. Debemos fomentar los valores de ablución: el orden, el honor, el respeto mutuo, el sentido de responsabilidad moral, la sinceridad y la honradez.
Para el efecto, preciso es fortalecer en el intimismo, lo que son los valores morales, por su significación en la relevancia del alma y su influencia en el comportamiento noble de los principios, para jamás desvalorizar la sociedad con actitudes innobles.
O sea, tomarnos el noble empeño en la orientación de nuestra psicología hacia la superación y nuestras conductas dentro de lo ético y lo moral y así servir de ejemplo a los más jóvenes y para un pueblo que mucho lo necesita.
Lo que sí debe primar en el sentimiento humano, es el propósito de ser mejor ciudadano cada día. Siendo así, es un esfuerzo por el bien de todos. Educación, moral, superación y trabajo honrado: estas son las cuatro patas de la mesa del éxito de toda sociedad.
Con el aporte de todos los hombres y mujeres de bien de nuestra nación sin banderías políticas ni sectarismos obtusos creo se puede lograr el quimérico sueño de mi padre, el de una «revolución moral». Tengan un muy feliz sábado amables y asiduos lectores y recuerden apegarse a lo moral siempre suma y los hace trascender.