Los días de Feria del Libro son para mí como los días de vacaciones de los estudiantes de primaria o los días de reyes para los niños: me hacen inmensamente feliz.
Cada día mis ocupaciones y compromisos se resumen a lo estrictamente necesario, el tiempo que resta es para ir para la Plaza de la Cultura.
Allí mi encuentro con los libros es ineludible. Confieso que vago de una caseta a otra día a día y que hay algunas que se convierten en obligatorias, porque en dos o tres horas es imposible ver todo lo que hay, y mucho menos elegir.
Cada noche, tarde, cuando cierra la feria, llego a la casa con mis fundas de libros. Los saco de nuevo, los toco y leo la contraportada nuevamente, como cuando decidí comprarlo. Me convenzo de que fue buena la idea. Le pongo prioridad a la lectura y vuelvo a lo que leo regularmente.
Este año me he encontrado con una feria del libro más barata que nunca. Los libros, la mayoría, no los de moda como los de los de Estepanie Myer (Crepúsculo, Luna Nueva, Eclipse y Amanecer), que cuentan a los Cullens, han estado asequibles.
Nuestro reconocimiento a Alfaguara o a Santillana, en una, por tener todos esos maravillosos títulos a 70, 100 y 200 pesos.
Alberto, de Comercializadora Tritex trajo discos maravillosos que comprados a precio de feria, parecen un regalo más que una oferta y me tiene escuchando más tango que en todos los días de mi vida.
Estos días para mí, sí son de Fiesta!