Una salida
Cine dominicano

<STRONG>Una salida<BR></STRONG>Cine dominicano

M i maestro Yaqui Núñez del Risco me enseñó, hace unos años, que de buenas intenciones está poblado el infierno. 

Lo dijo en medio de un intento de defensa que hacía de una acción inofensiva que acarreó pérdidas y males mayores.

Muchas veces, los críticos, que no siempre la tienen todas consigo, en su buena intención de hacer que el cine dominicano sea cada vez mejor, pueden lograr que la industria -si se están haciendo 17 películas, creo que sí se puede hablar de ella, aunque sea mini-, retroceda.

Nos encarnizamos con cualquier nueva propuesta cinematográfica que llega, con factura dominicana, a las pantallas, descalificándola de plano.

En nuestro caso estoy completamente convencida de que el mejor cine dominicano no llegará nunca si antes no cometemos los errores que estamos cometiendo, en nuestro proceso de aprendizaje.

La gran y memorable época del cine mexicano, nuestro referente latino más exitoso y cercano, tenía, desde nuestra óptica y memoria, buenas películas, más o menos y algunas que no traspasarían ni con el cedazo de la nostalgia.  Y es su cine, su gran cine.  El que le sirvió para tener grandes películas como “Amores perros” o “Y tú mamá también”.  El cine de verano de los grandes estudios es intolerable, pero ellos invierten y el público costea con su pase al cine la continuidad de la industria.  Eso también debería pasar aquí, sin intermediario.

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