D espedir un año no es tan fácil como una quisiera, sobre todo, porque hay que recoger parte de lo pasado para poder enfrentar lo que viene. No quedan dudas de que el 2008 es un año que quedará en los libros de historia con múltiples referencias sobre sucesos impactantes para la humanidad.
Además de que todo el mundo ya puede manejar lo que es la bolsa de valores y el efecto que producen sus vaivenes en la economía doméstica. Efecto que nos hace conocer de primera mano, lo que pasaron los hombres y mujeres en los años 30 como resultado de la Gran Depresión del 1929.
Ya no será Groucho Marx el que le saque filo a punta de un hilarante y cruel humor a las penurias de la pérdida de valor del dólar/peso. Serán otros. Eso sí. Sin embargo, este hecho y los altos precios del petróleo y otros anteriores como la caída de las Torres, la guerra de Irak, Martin Luther King, Jesse Jackson y Oprah Winfrey nos trajeron la buena nueva de Obama.
Por mi parte, he sufrido lo indecible porque no puedo descifrar el metamensaje en la enfermedad de Yaqui, y con esa tarea me voy al 2009. Un año en el que el Congreso sobre el Bolero del Centro León y Cultura, la Feria del Libro dedicada a Brasil y los 25 años de los Premios Casandra, ocupan mi agenda de los primeros 4 meses. Después, vendrá el amor hecho poesía, mi intención de que la presión cotidiana no se convierta en depresión. Sobrevivir a golpe de la mejor palabra, del mejor respiro.