Una salida
Del cabo a Pablo

<STRONG>Una salida<BR></STRONG>Del cabo a Pablo

No basta llamarse Pablo y haber leído a Neruda y gustarle las canciones de Sabina y vivir espantado y encantado con los poemas de Sabina, para convertirse en una persona digna de admiración y cariño.

Es que si encima de llamarte Pablo, de leer a Sabines y a Neruda, de oír a Sabina, a Milanés y a Silvio, decides mirarte en el espejo de Francisco Umbral y devolvernos tu propia figura y pensamiento, es justificable que “todos te conozcan y que todos te quieran”.

Eso es lo que pensé el pasado martes, cuando a pesar de la lluvia -o tal vez porque llovía-, vi al hijo del profesor McKinney rodeado de lo más rankeado de la política y de  comunicadores de gran prestigio.

Estaban también los del dinero y funcionarios públicos de alto rango y  hasta uno que otro poeta, todos dando un reconocimiento a la seria labor de comunicador que ha ejercido nuestro querido Pablo en los medios del país.

Pablo McKinney, en cuya cédula debiera constar que es un poeta de la vida, del vino, de la canción y el amor, estrenó una nueva etapa de su carrera al ejercer por primera vez la de cabeza y figura principal de un programa matutino.

Otro Bulevar que es el bulevar de siempre, y que sin embargo promete llenar aún más de esas buenas ideas, bien pensadas y mejor dichas nuestras mañanas. Hoy el Bulevar, me atrae especialmente porque no sólo de política podemos vivir los humanos y menos el viernes social.

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