H e confesado tantas veces mi tendencia al llanto emocionado que decir ahora que las  lágrimas han anegado mis ojos, no  es ninguna noticia.

 Pero como reconozco que sin esa humedad en mis ojos, no hay constancia de que mi alma haya sido tocada.  Tengo que confesar que lloré mientras veía y escuchaba el notable informe de gestión que hiciera la semana pasada el doctor José Rafael Vargas.

Primero, porque confirmó la percepción de la mayoría, de que en el área de las telecomunicaciones y el mundo digital, hemos dado un paso agigantado.  Se ha estrechado la denominada brecha digital, motivo de tantas preocupaciones presidenciales.

Se ha masificado el uso del celular, el alcance de las señales que permiten su uso y las salas digitales son un bien necesario desde la frontera hasta Acroarte.

La confianza sembrada en el país por el doctor Vargas llenó el salón del Hotel Embajador donde nos citó, enhorabuena, con lo más granjeado de la vida social, política y comunicadores del país.

Me gustó estar ahí compartiendo la alegría que ofrece el desarrollo.  La mesa que me tocó junto a Víctor Gómez padre e hijo y al magistrado Fernando Casado  y su hija.  También disfruté saludando a mucha gente querida.  El excelente servicio de comida y bebida de este hotel… y ver desde lejos, que el presidente también estaba contento y aplaudiendo a Vargas y su excelente gestión.