S iempre se ha dicho que no es lo mismo llamar al diablo que verlo llegar, en alusión a que de repente uno cree que quiere o desea algo, pero que al final cuando le llega no sabe cómo va a reaccionar.
Este caso se ve en el país en todos los ámbitos, pero sobre todo en dos, que aunque distintos y distantes, parecen pender del mismo hilo.
Estamos hablando de la eterna queja de la sociedad porque quiere más justicia y más transparencia y cuando aparece alguien que se atreve a ser más severo y puntual en la crítica, entonces se devuelven como si tuvieran -mejor decirlo con palabras de El Torito-, mieo.
Además de aludir a casos puntuales como el de Nuria y Huchi Lora, también nos referimos al caso de Ladrones a domicilio o a Glamour, sexo, divas y otras mentiras.
Y es que, en este caso la comunicación y la creación se han convertido en el centro de la malquerencia de algunos.
El caso es que somos una red en este país, tan grande, que terminamos siendo, primos, amigos o asociados de cualquier elemento en común.
Por eso cuando decimos que el cine tiene que ir más allá de la comedia por la comedia, cuando se hace otra cosa, la gente sale del cine como si le hubieran robado sus cuartos.
O cuando dos divas deciden burlarse de ellas mismas y criticar lo que no está bien, a muchos le cae mal. Entonces la verdad nos preguntamos cómo vamos a avanzar si no sabemos qué es lo que queremos.