Una semana de atareos políticos y diplomáticos

Una semana de atareos políticos y diplomáticos

Después de intensos encuentros de políticos dominicanos, la semana pasada culminó con el viaje relámpago del presidente Medina a Caracas, Venezuela, para la ratificación que hiciera el gobierno venezolano del Acuerdo de Petrocaribe, frente a la tumba del presidente Chávez fallecido hace dos meses.

 Pero 24 horas antes el presidente Medina había estado en San José, Costa Rica, para un encuentro con el presidente norteamericano Barack Obama y los demás presidentes centroamericanos, para al menos escuchar un mea culpa de éste con relación al aumento del consumo de drogas en Estados Unidos, culpables del intenso tráfico de cocaína por la región caribeña y centroamericana, cuyas autoridades no dan abasto para detenerlo e irse manchando con el dinero que se dispensa  para que se permita ese trasiego incontenible.

 Al inicio de la semana se produjeron encuentros políticos  de importancia, cuando el presidente del PRD, en un periplo de visitas, culminó el viernes con el encuentro con su archirrival del partido en una finca  de Lomas Lindas del General Soto Jiménez, pareciendo el comienzo de una apertura para el entendimiento  hacia una meta de enderezarse, reencontrarse y componerse en las filas perredeístas, perturbadas por la tozudez de sus dos dirigentes principales,  creyentes de que ellos son los caciques invencibles.

 Al mismo tiempo, hubo una noticia muy positiva cuando el gobierno anunció la reactivación de la economía, afectada por la reforma fiscal,  con la inyección de nueve mil millones de pesos sobrantes  del desenvolvimiento  presupuestario, para invertirlos en obras de infraestructura, y de inmediato llamar a sorteos a los profesionales, algunos  de los cuales se beneficiaron del programa de reparación y construcción de escuelas, mal implementado y con numerosas paralizaciones por defectos en la organización del programa.

 Esa gran inversión llega en un momento en que la queja de todos los sectores es de una paralización fruto de la reforma fiscal con el alza de los precios  y la consiguiente merma de las ventas, derrumbe de la industria de la construcción, que en más de un 50% afecta a una dinámico sector  otrora sostén de la economía y por ende de una demanda  decreciente a la espera de mejores tiempos.

Por cuanto la inversión esos nueve mil millones de pesos deberá redundar  en un estímulo necesario para sacar al país del letargo en que se encuentra.

Ese letargo tiene a todo el país con el ánimo en el suelo, y a la vez, ha estimulado el aumento de la violencia, registrándose una cuota elevada de suicidios ahora con el sistema moderno de anunciarlo previamente en Facebook. Los asaltos y asesinatos han ido en crecimiento estimulados por un sicariato de increíbles proporciones, en donde  el dinero de las drogas  constituye un medio para estimular un negocio  que cada vez  más gente se inserte en el sendero  la maldad, lo cual ha derribado el programa de seguridad ciudadana, que con tanto entusiasmo quiso el gobierno  emprender, sin contar con los recursos necesarios.

Durante la pasada semana hubo un gran atareo político y diplomático, lo cual hace creer que nuestros políticos no son tan cavernarios como se pudiera creer. Ellos,  a la hora de evitar un cataclismo, se avienen a concertaciones prudentes y convenientes, mas si ahora existen fuerzas  que al acecho esperan un colapso de que no haya entendimiento, para pescar en mar revuelto y aprovechar un descontento fruto de las dificultades económicas a consecuencia de la reforma fiscal que tan mal ha impactado en el país.

Los días de la semana pasada fueron el escenario de que la gente hablando se entiende, incluso con lo de Petrocaribe, que muchos creyeron en un momento que iba a ser sometido a recortes; con Estados Unidos se sabía que solo serían  declaraciones de buena voluntad.

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