Una señal de alerta

Una señal de alerta

LUIS ACOSTA MORETA
Cada día me convenzo más, de que se hace urgente un debate creativo y crítico a la vez entre las diversas fuerzas vivas de la nación, en torno al futuro del país, a raíz de las complejidades del libre mercado y de la globalización. Hay que avizorar los retos y tareas por vencer, que como nación pequeña y pobre a la vez, tenemos ante una realidad que es (el libre mercado) independientemente de que nosotros queramos o no.

La discusión no debe ser sobre la razón de ser del libre mercado. Esa es una realidad dada y que necesariamente la República Dominicana, al igual que los otros países, debe tener presente a la hora de pensar en políticas de desarrollo sostenible, que implican producción y comercialización.

Me alegra de gran manera al ver que otras personas y sectores sientan preocupación al igual que yo sobre las implicaciones posteriores que pudiera traer consigo el libre mercado.

Y en ese contexto me parece oportuno lo planteado por el presidente de la Suprema Corte de Justicia, Dr. Jorge Subero Isa, el pasado viernes siete, al celebrarse el día nacional de la justicia. En su discurso Subero Isa, resaltó que «la soberanía nacional está deteriorada y la nacionalidad en peligro, porque cada día el país es menos autónomo, al transferir su competencia a organismos supranacionales, al querer mantener una estabilidad macroeconómica con la globalización y los tratados de libre comercio, haciendo esto que los países renuncien a principios que fueron sostén tradicional de su ordenamiento».

Ciertamente este es un tema en el que todos tendremos que reflexionar tarde o temprano. Y mejor que sea temprano, para que no nos lamentemos en el futuro. Es una realidad ineludible la de la integración de las naciones, entre otras razones, porque los avances tecnológicos, que facilitan la rápida transportación de mercancías y de comunicación de un país a otro, hacen que la misma sea posible.

Siempre he creído que el problema no es el libre mercado y la globalización en sí, sino que el problema es, bajo qué condiciones se producen las mismas. Sería un absurdo pensar que el país debe cerrarse a dichos fenómenos que de por sí existen. Como también es altamente peligroso el abrir las puertas, para fuerzas externas nos ordenen, teniendo como primacía sus intereses, sobre todo intereses económicos.

Para nadie es un secreto que los países desarrollados, depositarios de por sí de los grandes capitales y de las innovaciones tecnológicas, buscan mercados, bajo condiciones que les favorezcan a ellos. Uno de los ejemplos lo fue, la tan debatida ley sobre el impuesto del 25% al sirope de maíz, aprobada por el congreso dominicano el 28 de septiembre del 2004, pretendiendo proteger la industria azucarera. Pero de inmediato el gobierno de los Estados Unidos advirtió que si era mantenido el gravamen, el país sería dejado fuera del Tratado de Libre Comercio ¿Cuál fue el resultado final de dicha ley? El martes 28 de diciembre del 2004, salía en todos los titulares de la prensa nacional, «Diputados eliminan impuesto 25% al sirope».

Esa dicotomía entre el libre mercado y la globalización por un lado, y la consolidación de nuestros principios como nación y la protección de lo nuestro, por el otro lado, son nuestro gran reto. ¿Cómo conciliar esos intereses de una y otra parte? Intereses que son diversos y divergentes a la vez.

Podríamos decir que nos encontramos en un fuego cruzado. Entiendo que lo importante es tomar conciencia de que la realidad del libre mercado y de la globalización no es un juguetito para simplemente salir diciendo que debemos ponernos a tono con la modernidad y con los nuevos tiempos. Esto implica más que eso.

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