Rectificar es de sabios, dice un proverbio popular y reconoce un error o una violación un verdadero acto de valor y responsabilidad. Y eso precisamente es lo que ha hecho la Autoridad Metropolitana de Transporte al prohibir a sus agentes multar por los cristales entintados de los vehículos.
Ante las protestas de los conductores y de una parte importante de la Prensa se produce una sensata y oportuna decisión por parte de la institución que dirige el general-abogado Frener Bello Arias, lo cual satisface a la sociedad y en especial a los perjudicados con la medida en cuestión.
Para nadie es un secreto que dada la situación de inseguridad y delincuencia que existe en todo el país, la ciudadanía se ha visto en la obligación de protegerse de los ladrones y asaltantes mediante el entintado de los cristales vehiculares. Además, la propia Autoridad Metropolitana de Transporte reconoció que eso no viola la ley.
Sabemos, sin embargo, que algunos delincuentes, particularmente atracadores esconden su identidad entintando los cristales de sus vehículos, pero las estadísticas revelan de manera muy clara que la mayoría de esas acciones se realizan en motocicletas.
De todas maneras, el director de la Amet demostró una vez más que no acepta arbitrariedades y violaciones de sus agentes y que también escucha las quejas y reclamos de la ciudadanía a través de los medios de comunicación que en este caso reaccionaron enérgicamente.
Pero de la misma manera que el general Bello Arias ha trazado la línea de respetar los derechos e integridad de los conductores, también hay que condenar la violencia contra agentes de la Amet, como el caso reciente de un conductor que le propinó una galleta a un miembro de esa institución en Barahona, en un enfrentamiento que pudo degenerar en una tragedia según lo que me comunicó el general Bello Arias. Afortunadamente, la Justicia dictó una medida de coerción contra el victimario, aplicándose el necesario régimen de consecuencias que está exigiendo la sociedad dominicana en todos los actos donde se viole la ley.