Una sentencia inaceptable

Una sentencia inaceptable

La Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), creada por los miembros de la OEA para resguardar el sistema legal de las Américas en materia de derechos individuales, acaba de emitir una sentencia mostrenca contra República Dominicano, en virtud de la cual contradice la facultad soberana del Estado gobierno para decidir quién es dominicano o extranjero dentro de sus limites territoriales.

Obrando sobre hechos acaecidos en 1999 -les tomó quince años ponderar casos simples de deportaciones de haitianos-, los jueces de la CIDH han olvidado deliberadamente que la República Dominicana es signataria de la Convención de La Haya de 1930, según la cual cada Estado está facultado para regular y determinar, conforme a su legislación, quienes son sus nacionales.

En virtud de sus argumentaciones, la CIDH ha actuado de forma prejuiciada e inoportuna contra la RD, porque su sentencia emitida supuestamente para corregir situaciones ocurridas en 1999, contiene criticas contra la sentencia del Tribunal Constitucional dominicano, pronunciada catorce años después y que fijó nuevos conceptos respecto a nuestra nacionalidad.

La administración del Presidente Danilo Medina ha actuado correctamente al defender con acierto la soberanía nacional, calificando de inaceptable, extemporánea, sesgada e inoportuna la susodicha sentencia de la CIDH, que parece adoptada para favorecer a los grupos haitianófilos que intentan dañar la imagen dominicana en el contexto internacional, estimulando la conflictividad entre los dos países.

Prácticamente todos los sectores respaldan a Medina en esa decisión, excepto el Centro Bonó, que apoya el mostrenco fallo, y cuyo rol pro haitiano no les permite siquiera guardar las apariencias, llevándolos hasta irrespetar los principios inalienables de adhesión y defensa de la nacionalidad dominicana.

La sentencia llega en un momento de relaciones distendidas entre República Dominicana y Haití, mientras aquí desarrollamos el plan de regularización de extranjeros.

¿Qué se pretende? ¿Dañar ese clima de avenencia?

 

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