La política y la religión en la República Dominicana suelen llevar una simbiótica mutualista; es decir, tanto el sector religioso como el político salen beneficiados de esta dinámica. Lo legal, lo constitucional, la tradición, la religión y la cultura se ven interactuando como un sólo cuerpo, un mutualismo social el cual es alterado por un sector que ignora estas realidades sociológicas y espirituales.
La religión es cultura; por tanto, no debemos ver la tradición cristiana-religiosa como un elemento aislado del dominicano, la religión es parte de un todo. Los dominicanos, independientemente a qué grupo religioso pertenecemos, seamos marxistas, comunistas, capitalistas, de derecha, liberal o conservador, desde una óptica antropológica tenemos raíces y códigos católico y protestante. Es que nuestra historia se fundamentó y se desarrolló en un contexto católico desde el año 1492; y protestantes a partir de los años 1800. La política y la religión han sido parte del desarrollo y del atraso en nuestra nación.
El historiador y sociólogo, Max Weber, expresa que hay una relación entre la creencia religiosa de un pueblo y su desarrollo económico. Es buenos recordar que nuestro comportamiento en la sociedad reflejará el Dios que hemos adoptado. La política y la Biblia nos enseñan a cuidar al débil, nos enseña a vivir en comunidad, nos enseñan cómo producir y cómo maximizar los bienes. En el caso de la Biblia, es un manual de sociología que nos guía a una mejor administración del estado; por tanto, apela a lo existencial y nos mueve hacia una esperanza y estado futuro.
La religión en la República Dominicana, religión desde el punto de vista institucional, siempre a cooperado en el desarrollo y transformación de individuos y comunidades. A continuación los aportes de las iglesias en la República Dominicana:
Construcción de colegios, clínicas, acueductos, cooperativas, hogares para ancianos, hogares para niños abandonados, desarrollo comunitario, escuelas de idiomas, y sobre todo vidas trasformadas. Estos aportes fortalecen la vigencia y presencia de la religión católica, evangélica u otros grupos, permitiendo así un espacio ganado en el alma del dominicano.
La realidad es que la política y la religión en República Dominicana han caminado de la mano, han vivido de forma simbiótica. También sería saludable recordar las palabras de aquel filósofo griego, Heráclito de Éfeso, que todas las leyes humanas se alimentan de las leyes divinas; precisamente este es el caso de nuestra nación.
El historiador francés Jean Meyer, también nos recuerda que la religión pertenece a la cultura del pueblo y la modela,puede ser elemento de identidad tanto étnica como nacional y una forma de patriotismo. Mi percepción es que la nación dominicana se ha nutrido de la presencia de iglesias cristianas. Por esta razón, los partidos y las iglesias se necesitan, es como dijo el antropólogo, teólogo y monje de Montserrat, Lluís Duch, toda religión tiene apetencias política, y toda política tiene apetencias religiosa.
Cambiar esas raíces es enfrentarse a estas prácticas inherentes del dominicano. Enfrentase a una bandera que establece la exaltación de Dios con una cruz en el centro. Aún más profundo, tendríamos que eliminar el juramento que fortaleció y materializó nuestra independencia y convertirnos en nación, cito:
“En nombre de la Santísima, Augustísima e indivisible Trinidad de Dios Omnipotente juro y prometo, por mi honor y mi conciencia, en manos de nuestro Presidente Señor Juan Pablo Duarte, cooperar con mi persona, vida y bienes habidos y por haber…”
También tendríamos que reformar el escudo, el cual contiene la biblia y cita el libro de Juan 8:32. Sería bueno resaltar que este versículo habla de conocer la verdad; esta verdad se conoce estudiando la biblia.
Termino mi intento sincero y sin agenda oculta: ¡ Somos una nación con una simbiótica mutualista, donde la religión y la política se nutren de los principios bíblicos reconocidos aún por nuestros patricios; ese comportamiento, nosotros lo hemos adoptado como nuestro y como válido, porque ellos no lo dudaron, en escribir y decir Dios, Patria y Libertad.