Una sociedad bajo asedio

Una sociedad bajo asedio

El secuestro y asesinato de Ramón Argenis Guerra Florián, que tenía a su cargo el Control de Cámaras y Circuito Cerrado del Puerto Multimodal Caucedo, suma una cuenta más al rosario de crímenes conque se mantiene bajo asedio a esta sociedad. El hecho de que este joven de 24 años descubriera, hace dos meses aproximadamente, un cargamento de drogas que se trasegaría a través de ese puerto, hace intuir que la mano del narcotráfico pudo haberle sentenciado a muerte. Y lleva a pensar que sus ejecutores tendrían información muy precisa sobre quién o quiénes frustraron sus propósitos.

 Recordemos que el 2 de marzo del 2006 fue asesinado el inspector de aduanas Ramón Florentino Rosario, en circunstancias que delatan una ejecución por represalia. El director general de Aduanas, Miguel Cocco, no descarta, como no lo descarta la Policía, que la mano del narcotráfico esté manchada con la sangre de estas personas. Las autoridades están en el deber de responder con acierto a estos desafíos contra nuestra sociedad y la integridad institucional, y la única manera de responder descubriendo a los autores de estos crímenes y haciendo que sean sancionados tan rudamente como permiten nuestras leyes. El país ha perdido  la capacidad de asombro por la frecuencia de sucesos en que el crimen organizado tiene  protagonismo. Hay que dar respuestas contundentes.

 

“Presos” que andan sueltos

Un hombre condenado a 20 años hace apenas un mes, por homicidio, fue arrestado por la DNCD en San Cristóbal mientras trasegaba un kilo de cocaína y porciones de esa y otras drogas. De cómo andaba en libertad estando condenado, habrá que dar explicaciones y pagar bien caras las consecuencias. El caso de los “presos” que andan sueltos es parte del drama que se da en nuestras prisiones y en ciertas áreas de la Justicia.

El 11 de diciembre del 2001 fue muerto el senador Darío Gómez. Dos de los inculpados de ese atentado tenían cierta “prominencia”: uno, Antonio Meléndez Vásquez (Chino), debía estar en prisión cumpliendo condena de 30 años por asesinato, y el otro, Domingo Daniel Minaya Jiménez (El Mago), debía en esa fecha estar cumpliendo dos años de prisión por asociación de malhechores y otras bellaquerías. Pero andaban en libertad. Alguien debería desentrañar estos misterios de los “presos” que andan sueltos.

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