Una sociedad bajo el terror

Una sociedad bajo el terror

No hay día que falte en los medios de comunicación alguna noticia trágica, relacionada con algún acto de criminalidad. No hay familia de este país que no haya sido sacudida  por una ocurrencia de esa naturaleza, que haya tenido como víctima a uno de sus miembros, un amigo o un conocido cercano. Y es un signo muy preocupante el hecho de que la reincidencia criminal tenga un índice tan peligrosamente alto, que pone de manifiesto impunidad y falta de una acción enérgica de la Justicia.

Lo anterior se inserta en el contexto de los temores expresados este domingo por el pastor Ezequiel Molina, presidente de la Asociación Misionera Radial La Batalla de la Fe, en el sentido de que hay   una crisis de seguridad que amenaza con paralizar al país. La sociedad dominicana está llena de terror porque, mientras la delincuencia la acorrala, no se siente debidamente protegida y defendida por las autoridades que tienen el deber de proporcionarle seguridad.

La reincidencia en el delito no es más que un indicador de que muchos delincuentes no están pagando por sus actos.  Es lo que propicia que abunde tanta gente con largo prontuario delictivo y sin penas cumplidas por cualquiera de sus andanzas. Hay cada vez más  desprecio  por la vida de las personas y la falta de respuesta institucional para contrarrestar esta orgía mantiene  a esta sociedad indefensa y aterrada.

Un simple botón de muestra

La inseguridad tiene entre sus causas la incapacidad de algunas instituciones para depurar a quienes ingresan a sus filas.

Un botón de muestra es el ingreso a la Fuerza Aérea Dominicana de  Wady González Vallejo, un hombre que desde marzo de 2011 era  perseguido por complicidad en homicidio y asalto y que, a pesar de su condición legal, logró ingresar a ese instituto armado, según afirma la Policía.

Es alta la frecuencia de casos de militares y policías involucrados en asaltos, homicidios, tráfico de drogas y otros actos reñidos con la ley.

Es necesario determinar cómo una persona perseguida por la justicia, por acusaciones tan graves como complicidad en homicidio y asalto, logró ingresar a un instituto castrense. Sin duda hay que poner más rigor en la depuración de las personas que aspiran a militares y policías.

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