Una sociedad enferma

Una sociedad enferma

Que César Mella me asista. No soy psicólogo ni psiquiatra. Más que el Derecho, me interesó la Sociología después de graduarme como abogado. Mas que presentir, sabía que la sociedad dominicana iba a experimentar profundos cambios luego del ajusticiamiento de Trujillo, de  venirse abajo su régimen de represión y terror que nos privó de la prenda más preciada del ser humano: la libertad. El derecho de ser libre para pensar, sentir,  actuar y crecer dentro de los límites necesarios de la convivencia; del debido respeto- no del temor- a los demás, a la ley, al orden y a la esencia de la democracia: ser iguales siendo diferentes, sin privilegios irritantes, sólo para ser mejores y servir al bien común conforme con nuestros talentos y riquezas productos del estudio y del trabajo.

Bosch lo comprendía así.  Sabía que la sociedad y  el individuo, por ella condicionado, iban a pasar por una etapa difícil de transición.

Que necesitaría de estudios, de análisis  de politólogos y sociólogos capaces de desentrañar las causas y diagnosticar remedios. Pero él prefirió que estudiara Administración Pública, para modernizarla, profesionalizarla, disciplinarla y hacerla más eficaz y eficiente. También se podía ayudar a  la sociedad  con el ejemplo de una buena administración: austera, honesta, al servicio de los demás. Ese ejemplo, bien dirigido, duró siete meses.

Pero nunca jamás pudo  él ni nadie  pensar  que íbamos a caer en semejante abismo. En una paranoia colectiva, demencial, de violencia y crímenes aberrantes, de impunidad absoluta, de corrupción incontenible,  permeando todos los sectores de la vida nacional. A la interminable lista de feminicidios y violencia familiar, de muertes brutales entre hermanos por pugnas sin sentido,   donde un  menor de edad dispara a mansalva para matar por paga a una joven desconocida,  inocente, para ser luego calcinada; entre todos estos hechos horribles, se agrega otro insólito: profesores que  asesinan sin piedad a la Directora de su propia escuela, lo que revela hasta dónde ha llegado la crisis de una sociedad enferma, hasta dónde el futuro de la patria, se encuentra en grave peligro.

Un detalle: ante un  pequeño percance sufrido por alumnos que no pasaron las pruebas nacionales, la respuesta es amotinamiento y amenazas. No saben otra forma de reaccionar  porque  ni en la familia ni en la escuela les enseñaron a contenerse, a dialogar y usar  sus derechos, incluso la rebeldía, si nadie les escucha y la causa es justa. No aprendieron  a  luchar, ni a saber perder, para superarse. Recogen síntomas graves de una sociedad enferma, en franca descomposición, a punto de perecer, abatida por el narco, la miseria, la ignorancia y la falta de fe. Vienen a mi mente Mi Pueblo Blanco, los versos del cantautor Joan Manuel Serrat: “Escapad gente tierna que esta tierra está enferma y no esperéis mañana lo que  no te dio ayer, que no hay nada que hacer….¡Pero los muertos están en cautiverio y no nos dejan salir del Cementerio!”  Planteado el tremendo dilema, aquellos que lucharon por nosotros  esperan, como salida, algo mejor que la huida.

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