Una sociedad política involutiva (2 de 2)

Una sociedad política involutiva (2 de 2)

RAFAEL AUGUSTO SÁNCHEZ HIJO
En una sociedad política involutiva la que llora lágrimas de sangre cuando observa a un juez condenar a un pobre a diez años de cárcel por robarse un salami y ve al Juez de Instrucción higüeyano Ramón Emilio Sánchez Carpio liberar de cargos criminales a los dos sacerdotes y al diácono acusados de la violación de 17 menores de edad en el albergue San Francisco Javier de aquella población oriental.

Es aquella que sufre de inhalar gases tóxicos visibles de vehículos en mal estado, echándole esos gases, precisamente, a las narices de las autoridades encargadas del tránsito y de paso, maltratando el medioambiente. Es la que observa atónita cuando de un vehículo de lujo como también de humildes automóviles, sus ocupantes arrojan basura en el medio de la calle.

Es la que estipula que el Estado es propietario de una faja de playa de sesenta metros a partir de la orilla y los hoteleros tanto nacionales como extranjeros se apropian de ellas negándole el acceso al pueblo y por tanto violándole sus derechos de tránsito, y llegando al colmo de cerrar la calles y caminos públicos y nadie dice nada.

Es aquella en la que se ve a un vendedor de piña ofrecerle su producto a un turista, multiplicando por diez su precio real y a un taxista cobrando sumas exorbitantes a dichos visitantes, proyectando una imagen negativa del país. Una sociedad donde el peatón desecha las aceras y camina por las calles y los motoristas andan en vía contraria, sin luz, sin casco, sin seguro y a veces sin matrícula. En la que se ven los vehículos estacionados en las aceras porque las edificaciones no tienen la cantidad de parqueos que indican la ley en razón de que en Planeamiento Urbano del Ayuntamiento se les ha otorgado el permiso para construir a pesar de esa violación, lo que supone que ha habido soborno a sus funcionarios.

Es la que ve a ayuntamientos del país vender áreas verdes a particulares, prohibido expresamente por la ley y además no teniendo en cuenta el medio ambiente y la salud de esas comunidades. Es la que observa con tristeza el momento en el que recortaron sustancialmente áreas protegidas por una ley muy concienzudamente estudiada por técnicos probos, con el fin de negociar esas tierras y sacar pingües beneficios.

Es la que ve a un camión recogiendo la basura a cualquier hora del día en el medio de la calle creando un largo tapón de vehículos y por tanto afectando e irrespetando el tiempo y las actividades de los involucrados.

Es la que permite que tanto en lugares públicos como privados se vean las salidas de agua constantemente abiertas desperdiciando ese precioso líquido aunque haya una torturadora escasez de agua en todo el territorio nacional.

Es la que mantiene vigente un Concordato anacrónico y desfasado con la Iglesia Católica, suscrito en 1954 por el Vaticano y el tirano en el cual le concede privilegios que no le otorga a otras iglesias y por tanto discriminándolas, lo cual es inconstitucional.

Es la que experimenta cuando en un barrio al que en treinta años no se le han arreglado sus calles al fin se decide repararlas y luego de arregladas, hacen un compás de espera de tres meses para empezar a hacer zanjas y colocar tubos del acueducto.

Es la que tiene una especie de circo en todas las esquinas de su ciudad capital donde hay una exhibición de toda clase de minusválidos y mutilados, y donde se ven pedigüeñas nacionales y extranjeras con niños recién nacidos en sus brazos.

Es la que observa que cuando se llega a una oficina pública y a veces privada quienes reciben al visitante al que nunca han visto, los tutean de una forma irrespetuosa, y hasta llegan al colmo de decirles “mi amor”.

La que ve que el merengue, su música autóctona, se vea maltratada por algo que se le mal denomina merengue y sustituida por otros ritmos que no tienen nada que ver con nuestra cultura.

La que ve a un ciudadano desplazarse por toda la ciudad a cualquier hora del día o de la noche en un vehículo con grandes bocinas, esparciendo en todo su entorno con un volumen hiriente cualquier clase de música, violentando de esa manera, la tranquilidad y la salud de los demás.

Es la que nunca ha invertido suficiente en educación a todos los niveles.

Es aquella que va asimilando cada vez más y aplicando con mayor vehemencia el derecho de la fuerza y va languideciendo y aplicándose menos el principio de la fuerza del Derecho.

Seguimos sufriendo esa involución cuando notamos que hemos caído en crisis de credibilidad. Ya no creemos en nada ni en nadie. Hay crisis de credibilidad cuando se nos dice que podemos dormir tranquilos y amanecemos con la cama llena de inmundicias.

Una sociedad política involutiva es la que ya no tiene sueños ni ideales sino proyectos.

Y cabria la pregunta clave: ¿Cuáles son las causas de esta involución? Solo existe una respuesta: La corrupción. La que se exhibe en un abanico diverso, manifestándose unas veces en el área pública y otras veces en el sector privado a través del tiempo. ¿Y existen correctivos? Si, los hay. Se reducen a dos: Primero, erradicar de una vez por todas la impunidad de los delincuentes y los que violan las leyes que rigen una buena relación y convivencia entre los ciudadanos y someterlos a la acción de la justicia, sin importar su rango o la clase social a la que pertenezca. Segundo, trabajar con ahínco y sin pausa en la educación a todos los niveles. Educar al ciudadano común, a los agentes de la policía, al militar, a los agentes de Amet, a los miembros de los partidos políticos, y a los que aspiran a involucrarse en esos menesteres; en fin, la educación es básica en este profundo cambio que pide a gritos nuestra sociedad. Es confortante señalar lo importante de la labor que desarrollo la ONG Participación Ciudadana en la educación para la democracia.

Las preguntas que asaltan constantemente a mi mente atormentada son: ¿cuándo vamos a tocar fondo?. ¿Cuándo llegaremos al final del pantano? ¿Cuándo haremos como el ave fénix?. ¿Y llegará esa ave para que resurjamos de entre nuestras propias cenizas?

Todavía me queda optimismo para pensar que el ave fénix llegará a un buque resplandeciente al toque de trompetas y que todos estaremos ese día en el puerto esperándola.

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