Es una preocupación sobre comportamientos policiales que viene de viejo y que se ha acentuado en los últimos años. Años en los que el país ha logrado avances institucionales y de respeto a los derechos humanos y en administración de justicia.
Sin embargo, las muertes a manos de agentes policiales en el marco de lo que la propia fuerza del orden suele describir como intercambios de disparos arroja sombras sobre el país con una opinión pública que recibe la mayoría de esas versiones como contrarias a la realidad de lo ocurrido. Esto así porque con frecuencia las notas oficiales sobre los hechos en cuestión no se compadecen con la lógica o son desmentidas por testigos oculares; o por informes forenses. Autopsias que indicaron que la mayoría de las víctimas de tiroteos en un lapso contabilizado murieron por disparos a corta distancia y a las espaldas.
Este es un país marcado por entidades locales y externas que denuncian frecuentes ejecuciones extrajudiciales; y de año en año permanecen elevados los saldos de sucesos a los que se coloca el dudoso sello. Para amplios sectores se trata en verdad de una forma sumaria de quitar la vida, lo que además constituye un fracaso como supuesto control de la delincuencia. A más supuestos delincuentes abatidos, más delincuentes comprobados que azotan al país. La pasividad del Ministerio Público, que poco investiga tales homicidios, incentiva tan trágicos comportamientos.
Que paguen más dondequiera
Una diferencia notable entre Barack Obama y Mitt Romney se expresa en la convicción del aspirante demócrata que ganó la reelección de que la gente de más ingresos en Estados Unidos es la que debe pagar más impuestos en la presente coyuntura económica, difícil para EUA como para casi todo el resto del mundo. Los votantes refrendaron la posición de Obama que ahora, de todos modos, encontrará el viento en contra de los republicanos que conservan mayoría en la Cámara de Representes. Está obligado a negociar y lo hará. En cambio, en este país habrá una carga impositiva más severa tras la promulgación del paquete aprobado por el Congreso, pero tratándose de un aumento sin equidad de tributos muy orientados al consumo que el Gobierno se negó a negociar, aunque estaba obligado a concertar como ordena la Constitución. Tampoco cumplió con el deber justiciero de gravar más las altas rentas y patrimonios.