Una tarea para la Academia de la Historia (2 de 2)

Una tarea para la Academia de la Historia (2 de 2)

NATACHA SÁNCHEZ
En el año de 1974 estalló en nuestra ciudad una polémica cuando se cuestionó públicamente que el que hasta ese momento se tenía como el escudo de armas de la ciudad de Santo Domingo de Guzmán, fuera el auténtico. La querella surgió a propósito de un documento -copia fotostática del original de 1508- que acababa de recibir el historiador Padre Vicente Rubio, quien en esa fecha fungía como Asesor del Museo de las Casas Reales y hacían investigaciones sobre el tema.

El documento, que se conserva en el Archivo General de Indias, demostraba, sin lugar a dudas, que el escudo tenido hasta la fecha como auténtico, difería bastante del otorgado mediante Privilegio Real en 1508.

La noticia salió a la luz pública en un artículo de doña María Ugarte en el periódico El Caribe del 23 de marzo de 1974 y desencadenó una polémica en la que salieron a relucir diversas opiniones e, incluso, unas investigaciones que había hecho el ingeniero Oscar Cucurullo las cuales él había hecho públicas en un artículo que salió publicado en El Caribe en el año de 1967 pero que no tuvieron repercusión en ese momento. En efecto, el ingeniero Cucurullo había puesto en evidencia que el escudo que usaba el Ayuntamiento de la ciudad como escudo de armas no era el auténtico del 1508.

Las indagaciones del padre Rubio tuvieron su efecto cuando las investigaciones formales comenzaron y él mismo puso un expediente textual y gráfico en manos de la museóloga diplomada D. Consuelo Sanz Pastor quien lo remitió inmediatamente a una comisión de historiadores y heraldistas de España entre los cuales destacaba el dominicano, licenciado por la Universidad de Madrid, Pedro Santiago Canario, así como el español Angel Luis López, especialista en la ciencia y arte del blasón.

El Museo de las Casas Reales, dirigido a la sazón por el arquitecto Eugenio Pérez Montás y el arquitecto Manuel Valverde Podestá, remitió al señor Presidente de la República, doctor Joaquín Balaguer, el expediente completo relativo al escudo de armas de la ciudad de Santo Domingo de Guzmán, de acuerdo con la interpretación fiel del Privilegio Real de 1508, expediente que había sido revisado y aprobado por el señor Dalmiro de la Válgoma, el más importante en ese momento de su país, luego de que la comisión de historiadores y heraldistas rindieron el informe definitivo.

Finalmente, con la aprobación del señor Presidente de la República, el expediente fue enviado a la Academia Dominicana de la Historia, la cual estaba presidida por Don Emilio Rodríguez Demorizi, para su conocimiento, opinión y propósito de que fuera adoptado por el organismo municipal.

Toda la documentación con la copia gráfica a colores fue objeto de estudio habiendo circulado de manera oficial entre las instituciones oficiales competentes como: Museo del Hombre, Ayuntamiento de Santo Domingo, Secretaría de la Presidencia, Museo de las Casas Reales, hasta que, en fecha 2 de diciembre de 1975, se dictó el decreto No.1528, mediante el cual se adoptó oficialmente como escudo de armas de la ciudad de Santo Domingo de Guzmán el presentado por el equipo de investigación del Museo de las Casas Reales y aprobado por la Academia Dominicana de la Historia, consignándose en dicho decreto que quedaban encargados de darle cumplimiento al Ayuntamiento de Santo Domingo, D.N. y el Museo de las Casas Reales.

Cualquiera pensaría que después del largo recorrido histórico que se agotó para llevar a cabo la investigación que nos llevaría a enmendar un error histórico devolviéndole a la ciudad su verdadero escudo de armas, los capitaleños habíamos cerrado un capítulo de la historia y luciríamos con orgullo nuestro antiguo blasón.

Sin embargo, en los últimos meses hemos visto con asombro cómo una de las instituciones encargadas de velar por el cumplimiento del decreto No.1528, el Ayuntamiento de nuestra ciudad, ha estado usando un moderno logo que, aparentemente, sustituye como imagen al antiguo escudo de armas de la ciudad, el que nos identifica como ciudad primada de América.

No creemos que la intención del Ayuntamiento del Distrito Nacional sea la de sustituir al antiguo escudo de armas puesto que los símbolos son insustituibles pero esa acción trae confusión a un pueblo que más bien necesita ser esclarecido.

Los pueblos que no tienen símbolos los inventan porque ellos son el estandarte de la historia. Yo he visto pueblos que han elevado un árbol a la categoría de suceso buscando motivos para justificar su historia. Los he visto haciendo de sus leyendas grandiosas epopeyas.

Y nosotros, que tantas gestas gloriosas hemos tenido no hemos aprendido a descubrirnos como seres históricos. Ni aún en una época como la que estamos viviendo en la que la actividad comercial ha hecho de la historia un negocio floreciente cuando se promueve entre los pueblos el turismo cultural.

Por motivos históricos y ahora, además, por motivos económicos, no tenemos derecho los dominicanos, ni los capitaleños, a dejarnos arrebatar nuestros símbolos. La ciudad de Santo Domingo de Guzmán, la primera del nuevo mundo, declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, tiene sus símbolos que la acompañan por el camino de la historia. ¡Respetémoslos!

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