Una tasa de absorción

Una tasa de absorción

Un amigo dominicano, ingeniero civil de profesión, llamó ayer a mi casa para explicarme que el número de emigrantes en el mundo es una cifra crecidísima. Los expertos en esos conflictivos asuntos consideran que ya sobrepasan los ochocientos millones de personas, una “población” que solamente superan la China y la India. En todas partes los emigrantes crean algunos problemas y resuelven otros. Cuando son “pocos” suscitan curiosidad o piedad; cuando son “bastantes” suelen ser sobre-explotados laboralmente. Pero si llegan a ser “demasiados”, surge entonces la xenofobia y sañuda competencia por puestos de trabajo. La estructura económica “globalizada” de hoy empuja grandes núcleos humanos a emigrar.

Hay turcos en Alemania y en Austria, filipinos en Japón, “hispanos” de todas clases en EUA, haitianos en la RD. En los Estados Unidos, el peso de los emigrantes de origen hispánico ha cambiado la composición tradicional de los electores. Incluso el Partido Republicano ha perdido su antigua fuerza, basada en que la “Unión americana” estaba formada por gente “blanca, anglosajona y protestante”. En Rusia hay enfrentamientos culturales con emigrantes musulmanes de naciones vecinas. En España, cada semana, centenares de magrebíes desesperados cruzan el estrecho de Gibraltar para entrar sin papeles a la península. Es un fenómeno universal.

Para controlar un poco ese flujo migratorio se ha puesto de moda “la contratación desterritorizada de mano de obra extranjera”. Grandes empresas industriales instalan centros de trabajo en Bangladesh, Haití y muchos otros “países subdesarrollados”. Han proliferado así las zonas francas para “terminar”, armar o confeccionar diversos productos. Robert Reich, antiguo secretario de Trabajo en el gobierno del Presidente Clinton, escribió un libro titulado “El trabajo de las naciones”. El título remite a una obra clásica de la economía: “La riqueza de las naciones”, de Adam Smith.

Mi amigo ingeniero –cuyo nombre no revelo porque no me ha autorizado a hacerlo– dice que en sus múltiples viajes por Europa ha visto que casi todos los países aceptan, tácitamente, cierto número de inmigrantes. Los detestan tanto como los necesitan. Para que la economía marche es necesario admitir sus cojeras y “amortiguarlas”. El problema es saber cuál es la tasa de absorción de emigrantes de cada país. ¿Podría servir este argumento a la RD?

Publicaciones Relacionadas

Más leídas