¿Una treta de Sharón?

¿Una treta de Sharón?

UBI RIVAS
La retirada de los ilegales asentamientos judíos en la Franja de Gaza, que recién se acaba de cumplir luego de 38 años de ocupación irregular y violatoria, es interpretada por la Autoridad Nacional Palestina (ANP) como una posible treta, engañifa o encerrona del premier israelí Ariel Sharón para dificultar aún más la cristalización de la paz definitiva en Palestina. Apenas con un área de 360  kilómetros cuadrados, un poco más grande que el área de la capital dominicana que roza los 300 kilómetros, agrestemente pauperizada, exenta de infraestructuras, es decir, que hay que empezar desde nada, desde cero, para posibilitar la vida civilizada de 1.4 millones de palestinos, Gaza es interpretada por los palestinos como una enorme prisión o una temible ratonera.

Eso así, porque Gaza tiene dos salidas o entradas: Erez, al norte y Rafah al sur, ambas controlados por el Tzahal (Ejército israelí), en dos retenes complicados por su paso de tortuga adrede, para provocar, desesperar, conseguir que palestinos que trabajan en el Estado judío pierdan sus trabajos por accesar a deshora a éstos, sin que en realidad se pondere quién pierde más, si los palestinos que pierden sus puestos o el Estado judío que pierden un obrero que realiza labores que los judíos rechazan, igual aquí con el corte de la caña de azúcar que inveteredamente se asigna a braceros haitianos.

Y como, a la postre, repercute en la producción fabril del Estado hebreo, de por sí menguada en su economía, por la merma en el turismo en un país con un zafarrancho de combate continuo y la amenaza de los mártires de Hamas forrados de dinamita que detonan en centros densos de población, estaciones de buses, pizzerías.

Son los llamados “terroristas”, tanto por el Estado judío como por USA, versión nueva del Irgún que lideró Menachen Begin durante el Mandato Británico que voló con C-4 el hotel Rey David y asesinó al conde sueco Folke Bernadote, entre otras “hazañas”. Y también por el Stern.

Son el relevo del Palmach, brazo armado de la Haganá, que combatió a los británicos para obtener la fundación del Estado hebreo, en la lóbrega etapa del Yishuv, en que el durísimo e impiadoso mufti de Jerusalén aplicaba a fondo la vendetta contra el propósito irrenunciable del espíritu sionista que tremoló el inmortal periodista húngaro Teodoro Herzl en el Primer Congreso Sionista de Basilea, Suiza, en 1897, donde se planteó por primera vez forjar una patria judía para proporcionar un aggiornamiento y un solar a la diáspora de dos milenios, en que el pueblo judío sufrió la desbandada y la indefensión.

El Cuarteto que impulsa la fundación del Estado Palestino: Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia y la ONU también interpreta que Gaza tiene que ser una región libre, donde constituya una realidad el libre tránsito de entrar y salir, respetando la seguridad e integridad de los israelíes, misión que conjuntamente deben y tienen que asegurar tanto el Tzahal como la policía palestina, para que la cosa funcione, para que no se frustre el empeño de forjar una paz permanente, segura, confiable y sin fisuras en Palestina toda.

Pero aún así, la prueba mayor para la concertación grandota e histórica que obligatoriamente tiene que advenir o no habrá paz jamás, es aplicar lo que en Gaza, en Cirjordania, para completar el ciclo conforme al espíritu tanto de Oslo 1993 como de la Hoja de Ruta, cosecha del presidente George Bush Jr., para posibilitar la paz en Palestina con la inexorable fundación del Estado Palestino.

Todas las tretas, engañifas, trampas, mañas, ratoneras, paso de hicoteas hilvanadas tanto por el premier Sharón como para los que le sigan, resultarán fallidas, porque para que impere la paz en Palestina, es menester un Estado palestino. ¿Se entenderá esto algún día, por Yavé y Alá?

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