Una urgente exhortación a la juventud dominicana

Una urgente exhortación a la juventud dominicana

Mi invariable propósito es que, mis verdades, expuestas en el libro de mi autoría titulado: “Mi Testimonio 1J4: La súplica de mi padre y mis trágicas vivencias en la tiranía de Trujillo… 50 años después,” sean conocidas y asimiladas por la juventud dominicana, incluida aquella que en el año 1959 eran niños o muy jóvenes, y hoy, materia prima de la Patria, conciencia sana de la nación y los más confiables centinela del futuro; igualmente para que escuchen y aprendan las historias veraces contadas por sus protagonistas que han recorrido más camino que ellos; que a la vez conozcan, con lacerante sinceridad, la incómoda verdad de una parte de los horripilantes crímenes, torturas y atropellos que se cometieron contra el indefenso pueblo dominicano durante la negra etapa de los 31 años de la tiranía de Trujillo (1930-1961).
También, para que no se pierda nuestra memoria histórica y sus raíces; para que nuestra juventud nunca permita que se tire por la borda de la historia las acciones animosas y la razón de las luchas que llevamos a cabo los que el 10 de enero de 1960 fundamos el Movimiento Revolucionario 14 de Junio con el deliberado propósito de rescatar los valores permanentes de nuestra nación y así plantar una semilla recordatoria que creciera hacia dentro en las mentes y corazones de la juventud dominicana; que no permita que se olviden todos los riesgos y sacrificios que sus Fundadores asumieron contra esa despiadada dictadura con el deliberado propósito de reinstalar la libertad y la democracia secuestradas; restaurar los derechos democráticos robados al pueblo dominicano; y además, para edificar una sociedad más sana, justa e igualitaria, segura y más humana, y crear un nuevo modelo de país libre, soberano e independiente como hace más de siglo y medio lo soñó ese huracán de moralidad, el Padre de la Patria Juan Pablo Duarte; y para que ésta permanezca vigilante dispuesta a asumir una actitud invariable de franca oposición a sistemas que aspiren o pretendan desconocerle a los dominicanos el pleno ejercicio de su dignidad, y continuamente encuentre el modo de imposibilitar que se imponga un régimen de fuerza –de cualquier signo- que pretenda, trate, favorezca o intente sojuzgar a nuestro pueblo por nueva vez; y finalmente, evite, al precio que fuere, que en la República Dominicana el horror del pasado se repita; que tampoco vuelva a perecer la libertad y la democracia que son “dos bendiciones que requieren de un cultivo paciente”; y para que nunca más un tirano vuelva a sentarse en el Solio Presidencial de nuestra nación.
Y es pertinente que la juventud dominicana tenga conocimiento de que fue en el Movimiento Revolucionario 14 de junio en el que mi generación invirtió sus esperanzas para suplantar los viejos esquemas imperantes con el objetivo de edificar un nuevo modelo social basado en la libertad, la democracia, el progreso y la igualdad de oportunidades; que también, fue la casa que cobijó nuestros desvaríos y donde nos embrujamos con las concepciones imaginarias de las utopías transformadoras; igualmente, la escuela donde aprendimos a que no se puede vivir sin ilusiones; a que ”si tienes un sueño ve por él, porque los sueños se vuelven realidad con dedicación y constancia, y se cumplen, si tienes el valor de perseguirlos porque la posibilidad de realizarlo, es lo que hace que la vida sea interesante;” a creer también, que es posible ser parte de un sueño colectivo y liberador; que soñando se podía construir, que construyendo se podía ser libre, y que siendo libre se podría ser feliz; y más aún: “dar por cierto, que ningún soñador es pequeño, que ningún sueño es demasiado grande, y que los soñadores no pueden ser domados.”
Asimismo recalcamos, que aquellos que nos libramos de la muerte en “La 40” y “La Victoria,” estamos en el indeclinable deber de dar a conocer a nuestra juventud los terribles sufrimientos que causó la tiranía de Trujillo al pueblo dominicano para que no sean olvidados; y manifiesto sin palabras de más o de menos que nos hemos impuesto como propósito reconocerlos y denunciarlos públicamente para que se sepa, que realmente, esos acontecimientos fatales ocurrieron; que nunca debemos olvidar ese pretérito porque tenemos que aprender de él, pues “los pueblos sin memoria histórica van irremediablemente hacia el abismo; pierden su identidad, sus héroes y sus mártires; y se quedan sin nada que recordar ni venerar.”

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