Una vida entre bocetos, telas, hilos y agujas

Una vida entre bocetos, telas, hilos y agujas

Corría el año de 1961, era un 12 de abril y el reloj marcaba las 12:00 del mediodía cuando el fruto del amor intercultural entre Salomón Azar, libanés, y Neyda Medrano, vegana, nació. Le pusieron el nombre de Giannina.

Esta inquieta niña creció en un ambiente donde el arte era cotidianidad, pues su familia era muy talentosa y en esta habían pintores, cantantes líricos, artesanos… ella no iba a ser la excepción.

Desde pequeña demostró sensibilidad por el dibujo y su abuelo Aris Azar, con ojo agudo, descubrió el talento innato en su nieta y motivó a sus padres a que la inscribieran en Bellas Artes.

Hoy muchos conocen sus diseños, fama y buen gusto, pero no a la mujer que hay detrás del papel, lápices y crayones de colores que usa para plasmar sus creativas ideas, y con los que lleva trabajando desde los tres años, edad en que se le daba muy bien dibujar.

En Bellas Artes, dirigida en aquel entonces por la destaca pintora Nidia Serra, comenzó la historia de la diseñadora dominicana que más demanda ha tenido en el mundo del negocio del espectáculo a nivel internacional.

Recuerda que la etapa en que estudiaba ahí la marcó de una manera significativa, y la llevó a convertirse en lo que gracias a Dios es hoy en día, destacando que en su familia paterna nacieron con ese don para las artes, Aquiles Azar, la soprano Olga Azar y su abuelo, quien fue director de Bellas Artes.

Por eso no puede evitar decir con orgullo: “vengo de una familia con mucho talento, de parte de mi madre también mis tíos eran artistas, hacían anillos y tallas artesanales”.

Recordar sus inicios hace que su mente se traslade a una época que fue especial y de crecimiento, porque cuando una persona siente pasión y disfruta lo que hace, pasa a ser más que un trabajo, y eso es el diseño de modas para Giannina, quien empezó a producir dinero a muy temprana edad.

Cuenta que estuvo doce años en Bellas Artes, donde inició con Artes Plásticas, convirtiéndose en una talentosa pintora que a los cinco años obtuvo el primer premio de Pintura Infantil, celebrado en Seúl, Corea del Sur, y a los nueve años realizó su primera exposición individual.

Esa capacidad seguía desarrollándose cada vez más. A los 15 años iba donde una modista que vivía por su casa para confeccionarles atuendos a sus compañeras del colegio, y a los quinceañeros de esas inolvidables fiestas que se hacían los domingos en el Club Naco.
Nunca olvida que todos iban donde ella para que les hiciera algún diseño y que también la buscaban para graduaciones, lo que le permitía producir dinero con la moda.

Un sí y un no. No todo era color de rosa, porque aunque recibía el respaldo de su papá, a quien cataloga como un “apoyador”, su mamá quería algo más que una carrera técnica.
“Al principio fue un poco duro, porque mi papá me apoyaba, era un apoyador, pero mi mamá me decía ¡no! usted tiene que traer un título a la casa, entonces conjuntamente con el diseño de moda cogí cursos en Mercy Jácquez, ahí culminé.

Luego en Miami me hice diseñadora e ilustradora en University of Miami. Me hice diseñadora gráfica universitaria complaciendo a mi madre para llevarle ese título, porque en aquel entonces el diseño de moda no era universitario. La complací y comencé a trabajar diseño gráfico, conjuntamente con la moda, porque daba clases en Mercy Jácquez; por eso me dicen la maestra”.

Siguió escalando a nivel profesional y llegó a ser directora del Departamento de Artes de la Universidad Católica Santo Domingo, donde también impartió clases por siete u ocho años.
Comenta que el magisterio lo convirtió en realidad creando la escuela Centro del Diseño Giannina Azar, con el que permaneció por unos nueve años y de donde salieron grandes diseñadores de la talla de Iris Guaba, Robert Flores, Luis Minier y Esperanza Quiñones.

Entre dos aguas. Giannina abrazaba esas dos pasiones, la enseñanza y el diseño, ambas le reportaban grandes satisfacciones hasta que un día se le acercó Mercy Jácquez y le dio un consejo que habría de marcar su rumbo profesional: “O tú eres diseñadora a tiempo completo o maestra, debes de elegir”.

Estas palabras la hicieron reflexionar. Explica que aunque le iba muy bien en la escuela y tenía muchos alumnos, que todavía hoy en día la llaman para que abra, eligió sin dudar el diseño porque es con lo que más se identificaba. “Elegí ser diseñadora, y hasta el día de hoy, gracias a Dios, me está yendo muy bien, sobre todo con artistas internacionales”.

Trascendiendo fronteras: Sus diseños han sido dignos de reconocimiento, no solo en el país, sino a nivel internacional con artistas famosos que han llevado sus prendas en eventos importantes.

“El 21 de marzo, si mal no recuerdo, empezó la historia de Giannina Azar internacional, fecha en que vestí a Thalía en Premio lo Nuestro. Después de ahí, todo es historia. Empezaron otros artistas y estilistas a llamarme. Todo lo que tiene que ver con arte, tanto en Estados Unidos como en Europa, siempre me llaman para las Alfombras Rojas”.

Gracias a Dios tengo el título en Miami por la revista People de una de las diseñadoras más importantes de Latinoamérica, y una de las 100 mujeres latinoamericanas más influyentes en Hola EEUU.

Con satisfacción expresa que está tratando de seguir esa trayectoria para no solo elevar su marca, sino también poner en alto la moda dominicana. “Diría que siguiéndole los pasos a Óscar de la Renta, para que la moda dominicana siga brillando con luz propia”, matiza.

Afirma que lo mejor que le ha pasado en su carrera ocurrió en 2017 “porque es cuando un diseñador quiere ver sus trajes en pasarelas extranjeras”, y lo logró con su colección “Too Much”.

Además vistió a JLo en “el anillo pa’ cuando”. “Ese fue el momento más importante de mi carrera, porque ella hizo una rueda de prensa donde salió mi nombre; salió hablando del vestuario. A nivel publicitario y de marca me dio mucho empuje. También cuando la vestí para el Súper Bowl ”.

Cómo es Giannina: Esta afamada diseñadora de voz fuerte, pero de buen corazón se define como una mujer de genio apacible, siempre con una sonrisa, perseverante, humilde y alguien que se reinventa día a día. Como todos ha pasado momentos difíciles, y uno de ellos fue cuando su padre falleció de un edema pulmonar, momento que la marcó porque él era su mano derecha.

Orgullosa dice que la perseverancia es un legado dejado por sus padres y se siente dichosa de tener a su madre, de cien años de edad. “Está como un trinquete, increíble”, y agradecida agrega que sus progenitores siempre le inculcaron lod valores de respeto y sinceridad.

Giannina es adicta al trabajo y antes de comenzar a laborar, lo primero que hace es orar para que Dios la acompañe, luego se toma un té de agua de limón bien caliente, “para matar esos gérmenes y coronarivus”, después toma un chocolate con un sándwich, y a trabajar de ha dicho.

“No tengo tiempo de nada, ni siquiera de hacer ejercicios”, ríe a carcajadas. “Siempre estoy dando lata en el patio de mi casa, haciendo diseño, tengo mi tienda y taller pero me gusta trabajar en mi casa, en el patio pegando piedras. Me llevo muy bien con mi familia, porque lo principal es la unión familiar”.

«Mi colección preferida fue “Too “Much, creada en el año 2017, súper especial porque esa fue la que me abrió el camino al estrellato a nivel internacional, sin duda alguna es mi colección preferida siempre”.

Lo que no sabías

Casada con el ingeniero Antonio Manuel Álvarez, con quien ha procreado a Antonio M., Karla, arquitectos y Gabriela María, quien siguió los pasos de su madre.

Poseen una compañía familiar: Alvazar Fashion. Antonio maneja sus redes, el trato con clientes y la página web. Gabriela tiene su línea de ropa, y Karla es la que trabaja en el plano internacional.

Su esposo es el creador de la plataforma de lo que es la tienda.
No le gusta cocinar, pero prepara postres fríos. Le gusta echar agua al patio, limpiar y fregar. A veces su marido cocina.

Tiene 200 leggings negras. Su guardarropas es sport. Ama los chalelcos y guindalezas.

Publicaciones Relacionadas